Crítica:

La huella

21.40 / TVE-1Sleuth, 1972 (138 minutos). Director: Joseph L. Mankiewicz. Intérpretes: Laurence Olivier, Michael Caine. Intriga.

La huella es lo que en arte se llama un ejercicio de estilo. Una película que vence las dificultades propias de un riesgo, de una experimentación. Ni más ni menos, en La huella, que un decorado prácticamente único y sólo dos personajes en juego. La cosa empieza con un asunto amoroso -que no vemos, claro-: Milo Tindle seduce a la mujer del orgulloso Andrew Wyke, que trama su venganza. Astuta venganza: la humillaci...

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21.40 / TVE-1Sleuth, 1972 (138 minutos). Director: Joseph L. Mankiewicz. Intérpretes: Laurence Olivier, Michael Caine. Intriga.

La huella es lo que en arte se llama un ejercicio de estilo. Una película que vence las dificultades propias de un riesgo, de una experimentación. Ni más ni menos, en La huella, que un decorado prácticamente único y sólo dos personajes en juego. La cosa empieza con un asunto amoroso -que no vemos, claro-: Milo Tindle seduce a la mujer del orgulloso Andrew Wyke, que trama su venganza. Astuta venganza: la humillación. Citado en su resplandeciente mansión, Tindle se verá envuelto en esa partida del maestro, un laberinto lúdico y cada vez más peligroso, aunque las cartas no saldrán todas de la manga del pudiente, sino de la del más hábil, y está por ver quién de los dos es más hábil. Bueno, el más hábil es Mankiewicz. El recoge una pieza teatral de Anthony Shaffer y se somete a ella sometiéndola a su vez a las reglas del juego cinematográfico, a todo el talento acumulado en su obra desde que Lubitsch le diera la alternativa. En suma, una exquisita película.

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