60 días de Sadam

Mientras ayer se vivía una nueva sesión de aburrimiento con un ligero aumento en el índice, las opiniones en el parqué y en los despachos están divididas, pero se convierten en una sola a la hora de jugarse el dinero. La afirmación del analista de que, dos meses después de su inició, el conflicto del Golfo es demasiado caro para unos y otros como para eternizarse parece cargada de razones, pero la realidad es que nadie invierte un duro. Es evidente que el corazón y la cabeza no terminan de ponerse de acuerdo en este asunto.La situación es más arriesgada por la inexistencia de mercado a crédito...

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Mientras ayer se vivía una nueva sesión de aburrimiento con un ligero aumento en el índice, las opiniones en el parqué y en los despachos están divididas, pero se convierten en una sola a la hora de jugarse el dinero. La afirmación del analista de que, dos meses después de su inició, el conflicto del Golfo es demasiado caro para unos y otros como para eternizarse parece cargada de razones, pero la realidad es que nadie invierte un duro. Es evidente que el corazón y la cabeza no terminan de ponerse de acuerdo en este asunto.La situación es más arriesgada por la inexistencia de mercado a crédito, suspendido en julio de 1989 por imperativos de la ley del mercado de valores y del que nunca más se supo. Cada día son más las voces que reclaman la reanudación de este mercado, que permite ponerse a resguardo de posibles sorpresas tomando posiciones inversas. A estas alturas, el argumento de esgrimir dificultades para fijar las condiciones de cesión de títulos parece más una excusa que otra cosa.

La desaceleración de las tensiones monetarias provenientes del crecimiento de la demanda de crédito podría tener una nueva confirmación en los próximos días, cuando el Tesoro publique el resultado de su subasta de bonos del Estado.

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