Con NIF, pero sin DNI

Laila Khan vive una pesadilla khanfkiana. Aunque lleva 19 años con la ciudadanía española, no ha conseguido renovar su último carné de identidad. Primero le aseguraron que no podía disponer del documento por no tener segundo apellido, algo normal en algunos países. Ahora, esta mujer, nacida en Pakistán hace 38 años y española desde su matrimonio en 1971, descubre que no está inscrita en el Registro Civil. Lleva ocho meses peregrinando por las ventanillas en busca de una identidad que sí le reconoce Hacienda. Laila no tiene DNI, pero sí tiene NIF.

¿Nombre?". "Laila Khan". "¿Y de segundo?...

Laila Khan vive una pesadilla khanfkiana. Aunque lleva 19 años con la ciudadanía española, no ha conseguido renovar su último carné de identidad. Primero le aseguraron que no podía disponer del documento por no tener segundo apellido, algo normal en algunos países. Ahora, esta mujer, nacida en Pakistán hace 38 años y española desde su matrimonio en 1971, descubre que no está inscrita en el Registro Civil. Lleva ocho meses peregrinando por las ventanillas en busca de una identidad que sí le reconoce Hacienda. Laila no tiene DNI, pero sí tiene NIF.

¿Nombre?". "Laila Khan". "¿Y de segundo?". "Nada. Donde yo nací sólo llevamos un apellido". "Pues aquí todos tenemos dos, porque los españoles tenemos padre y madre...".A Laila se le saltan las lágrimas cuando recuerda este diálogo, uno de los muchos que ha mantenido con funcionarios de comisaría y del Registro Civil de Madrid desde que comenzó su viacrucis burocrático.

No lo padece ella sola. Días atrás, un diplomático español, José Montero de Pedro, se quejaba en una carta remitida a la prensa de que su esposa, nacida en Suecia, padecía el mismo problema: no lograba la renovación del documento nacional de identidad por carecer de segundo apellido.

La peripecia de Laila comenzó el pasado mes de febrero, cuando esta mujer, nacida en una familia de la alta sociedad paquistaní, fue a renovarse el pasaporte, a punto de caducar. Entonces se dio cuenta de que también estaba fuera de plazo el carné de identidad. Se dirigió a la comisaría madrileña de la calle de Santa Engracia. Intento vano: con un solo apellido no hay carné, le dijeron.

De nada sirvió que en el DNI caducado, el viejo pasaporte y el libro de familia figurara Khan, a secas. La remitieron al Registro Civil para obtener el certificado correspondiente. Según la Dirección General de Policía, los funcionarios de la comisaría se limitaron a cumplir la ley. "Hay una disposición que exige los dos apellidos a todo el mundo, incluidos los nacionalizados. En caso de problema debe resolver el juzgado del Registro Civil", explican allí.

Peregrinación

Laila descubrió pronto que la carencia de segundo, apellido no era el único inconveniente. Se encaminó a la sede de la calle de Pradillo para obtener la documentación registral necesaria para lograr el DNI y se encontró con que no estaba inscrita. "Yo había entregado en el Registro la partida de nacimiento y, otros certificados cuando, poco después de casarme, formalicé la nacionalidad española", afirma. Pero los documentos no aparecieron.

De hecho, hasta 1975 la legislación otorgaba automáticamente la nacionalidad a las extranjeras desposadas con españoles que, en numerosas ocasiones, debían renunciar a la de origen. "Muchas no formalizaron los trámites de nacionalidad, y cuando, a comienzos de los años ochenta, se coordinaron el Registro y el DNI surgieron los problemas, porque no estaban inscritas en el Registro Civil", apunta el director general de Registros, Cándido Paz-Ares.

Laila asegura que cumplió todos los trámites, pero no consta así en el Registro. "Allí me dijeron que se habían perdido mis papeles y que había 20.000 personas en una situación parecida", explica. Sin embargo, el director general de Registros niega este extremo. "No ha habido una pérdida masiva de documentos ni hay un caos general en el Registro. Puede extraviarse un expediente concreto, pero es una excepción", apunta.

La pesadilla del papeleo iba de mal en peor. Laila no podría ir a visitar a su hijo, alumno de Arquitectura en la Universidad británica de Cambridge, ni pasar unos días con su familia en Suiza. El problema afecta también a cuestiones más cotidianas: sigue sin poder formalizar la venta del coche. "Temo que un día me pare la policía y me considere una residente ilegal", añade.

Tras las primeras gestiones, esta mujer debió iniciar los trámites para estar registrada. Le pedían un mar de fotocopias: DNI de su marido y suyo, libro de familia, certificado de empadronamiento. A ello se sumaban dos formularios con datos de sus antepasados y la exigencia de una carta de la Embajada paquistaní en la que se explicaran los motivos por los que ella no tenía partida de nacimiento.

"En la embajada se negaban a tramitarme el documento porque ya no era ciudadana paquistaní. Sólo me certificaron que se negaban a atenderme por este motivo", narra Laila. A mediados del pasado mes de marzo, Laila presentó todos los papeles en el Registro y respiró. "Creí que el embrollo se iba a .solucionar", dice.

Carta notarial

Fueron pasando la semanas, y al cabo de tres meses, el abogado de Laila Khan se acercó a la dependencia oficial para preguntar por las novedades. "Le respondieron que no podían hacer nada porque faltaba una carta notarial que autentificara las copias", cuenta la afectada. Finalmente, el pasado 4 de septiembre, logró que los funcionarios aceptaran la validez de los documentos reproducidos en su presencia.

"Ahora dicen que los papeles están bien, pero que tardarán entre mes y medio y seis meses en darme un papel que me servirá para hacerme un carné de identidad provisional, válido por un año, y luego se verá", añade Laila.

El director general de Registros asegura que el trámite es más rápido: "El expediente para la inscripción definitiva tarda un año. Sin embargo, mientras, se concede -en cuestión de días- una anotación preventiva para la certificación, lo cual permite obtener un carné de identidad provisional válido para un año".

Laila necesita ver para creer. "La pesadilla parece que no va a acabar nunca, y además me he sentido continuamente humillada por funcionarios groseros", afirma esta mujer que se siente "muy española", a pesar de que no tiene documento válido que lo pruebe.