GENTE

Manolo Núñez

La magia de la ciudad

, Las obras de este español nacido en Samarcanda y adoptado por Cataluña van esparciéndose por la geografía del globo desde su cuartel general de París, y desde su epicentro inicial en Barcelona, de donde partió con el taller de arquitectura de Bofill en 1962, y donde ahora prepara la construcción de una nueva sede para el Teatre Lliure, entre otros proyectos.Su vida es una película de encrucijadas surrealistas que, sin embargo, existieron. El se autodefine como "híbrido", fabricado por un padre gallego, exiliado en la Unión Soviética, y una madre rusa, judía y atea (mística, como todos los at...

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, Las obras de este español nacido en Samarcanda y adoptado por Cataluña van esparciéndose por la geografía del globo desde su cuartel general de París, y desde su epicentro inicial en Barcelona, de donde partió con el taller de arquitectura de Bofill en 1962, y donde ahora prepara la construcción de una nueva sede para el Teatre Lliure, entre otros proyectos.Su vida es una película de encrucijadas surrealistas que, sin embargo, existieron. El se autodefine como "híbrido", fabricado por un padre gallego, exiliado en la Unión Soviética, y una madre rusa, judía y atea (mística, como todos los ateos inteligentes), que le educó en el marxismo-leninismo puro y con el mito de España como tierra prometida.

Su primera lengua fue el español, pero este arquitecto autodidacto, nacido en el Uzbekistán soviético durante la II Guerra Mundial, hizo sus estudios primarios y secundarios en Odessa, por supuesto en ruso, y los continuó en el Instituto Ausias March de Barcelona. Esto quiere decir que el catalán es su tercer idioma de andar por casa.

Además de haber sido pionero de la arquitectura española por haber participado o dirigido creaciones como la muralla roja Walden Siete, este artista español comenzó con la glásnost a trabajar en la Unión Soviética, donde construye 4.500 viviendas para la ciudad de Sebastopol, y donde tiene un sinfin de, proyectos en marcha, algunos de ellos relacionados con la Galicia de sus orígenes.

Núñez, un hombre que no cesa de interrogarse sobre la vida y la muerte, percibió muy pronto que algo estaba cambiando en el mundo. "El futuro está en Rusia", decía a modo de resumen de lo que sentía avecinarse a principios de la década de los ochenta. Sus impresiones se confirmaron algunos años más tarde, después de ese famoso 27º Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (en el que Gorbachov dio un puñetazo sobre la mesa y las cosas empezaron a saltar).

Sus primeras visitas a la Unión Soviética, en 1983, 1984 y 1985, fueron tan precoces como su intuición, de la perestroika, una fórmula mágica que en ruso quiere decir literalmente "cambiar de sentido de construcción sin demoler nada", aunque generalmente se traduce por reconstrucción.

En todo caso, cuando Gorbachov llegó al poder, Núñez era un arquitecto conocido en los medios progresistas del país donde había nacido, y en 1987 fue invitado a participar en el Foro por un Mundo Desnuclearizado, junto con otros 800 artistas, científicos, militares, eclesiásticos e intelectuales comprometidos.

De la arquitectura que practica dice querer cumplir con lo que a su juicio debe ser "el papel del artista creador". Su objetivo es: "Traducir la magia del espectáculo de la ciudad", o, con otras palabras, "ser costurero del mundo", explica.

"Una de las cosas que más me fascinan de mi trabajo", comenta este arquitecto, "es el poder vestir a un individuo, a una familia, a una nación, con ropas de piedra, de acero, de hormigón, de madera preciosa o de madera sencilla y con los plásticos, linóleos, cables e hilvanes de las instalaciones telefónicas y eléctricas".

Lo que busca es alcanzar "la otra dimensión, la dimensión de la creación, de la inteligencia, de la imaginación y de la voluptuosidad; porque la arquitectura es de las cosas más voluptuosas que he encontrado nunca, es una de las pocas cosas que se pueden realmente acariciar".

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