Tribuna:

A la mar

"Para hacerte a la mar, salvavidas has de llevar". Éste es un consejo útil para marineros jóvenes e inexpertos. Otro buen consejo, saber nadar y guardar la ropa.Lo peor de la mar, sin embargo, es el mareo. El mareo, en barco, pone a parir. Lo dice uno con experiencia náutica. A uno le dieron pastillicas contra el mareo al embarcar, y luego le advirtió el médico: "El mejor remedio es comer continuamente; nunca tengas el estómago vacío"., Obediente que es uno, al sentir náuseas pedía bocadillo, se lo traían de bacalao cocido y nada más verlo soltaba la vomitona.

"Pelillosa la mar" es otra...

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"Para hacerte a la mar, salvavidas has de llevar". Éste es un consejo útil para marineros jóvenes e inexpertos. Otro buen consejo, saber nadar y guardar la ropa.Lo peor de la mar, sin embargo, es el mareo. El mareo, en barco, pone a parir. Lo dice uno con experiencia náutica. A uno le dieron pastillicas contra el mareo al embarcar, y luego le advirtió el médico: "El mejor remedio es comer continuamente; nunca tengas el estómago vacío"., Obediente que es uno, al sentir náuseas pedía bocadillo, se lo traían de bacalao cocido y nada más verlo soltaba la vomitona.

"Pelillosa la mar" es otra sabia conseja, fundamental para evitarse disgustos y prevenir úlceras. Los marineros jóvenes e inexpertos deben entender que no consiste en arrancarse los pelajos del incipiente bigote y arrojarlos al ondeante piélago, pues, aparte la inutilidad de semejante acción, al enemigo le podría dar la risa y malo es empezar la guerra haciendo reír al enemigo.

Eso, en el caso improbable de que se vaya a la guerra. En este país, desde mucho tiempo acá, nadie que haya embarcado en un barco de guerra ha ido a la guerra. Entre otras razones, porque los barcos de guerra de este país no solían llegar más allá de la vuelta de la esquina. Bueno, los tiempos cambian y dicen que ya tenemos fragatas capaces de llegar al golfo Pérsico. Quizá sea cierto, aunque ésa no es razón suficiente para llevar marineros jóvenes e inexpertos tan lejos.

Ahora bien, si se trata, efectivamente, de llevarles tan lejos para entrenarles contra el marco y, de paso, demostrar que nuestros buques andan la mar, pues se les manda a la otra punta, a las Bahamas, por ejemplo, donde tampoco se nos ha perdido nada, pero al menos allí pueden hacer salomas, subirse al trinquete, armar zafarranchos y tocar la trompeta hasta quedarse sordos sin necesidad de que les vayan a pegar un pepinazo en el coco a lo tonto.

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