Tribuna:

Ricos y pobres

Andan tan sobrados de fuerzas Izquierda Unida y el Partido Popular que pueden permitirse el lujo de regalar al PSOE el espectáculo de su falta de coordinación interna. Anguita propone acercarse a los socialistas en el Gobierno al parecer sin avisar a los socialistas que tiene en su propia coalición, y la dirección del PP toma. decisiones sobre cuestiones europeas sin consultar a su hombre en Europa, el por tantas cosas invicto Marcelino Oreja. Al día siguiente de tamañas audacias, Izquierda Unida recompone su armonía interna con un zurzido más, y don Marcelino se va de Europa y vuelve a España...

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Andan tan sobrados de fuerzas Izquierda Unida y el Partido Popular que pueden permitirse el lujo de regalar al PSOE el espectáculo de su falta de coordinación interna. Anguita propone acercarse a los socialistas en el Gobierno al parecer sin avisar a los socialistas que tiene en su propia coalición, y la dirección del PP toma. decisiones sobre cuestiones europeas sin consultar a su hombre en Europa, el por tantas cosas invicto Marcelino Oreja. Al día siguiente de tamañas audacias, Izquierda Unida recompone su armonía interna con un zurzido más, y don Marcelino se va de Europa y vuelve a España.Mientras tanto, el pleito interno del PSOE, o Solchaga o Guerra, queda como una disputa entre ricos que no saben cómo entretenerse, hasta el punto de que el independiente Semprún sorprenda al personal poniéndose más al lado de Solchaga que ningún otro ser humano de este país y probablemente de esta galaxia, sin contar la señora Gloria Barba, que está junto a Solchaga en la salud y la enfermedad, la riqueza y la pobreza, las traducciones de Alianza Popular y el Ministerio de Economía. ¿No será acaso el enfrentamiento Guerra-Solchaga una artera maniobra para que el electorado siga creyendo que al votar al PSOE apuesta por dos partidos a la vez? ¿No será una competencia tongo como la que sostuvieron la Coca-Cola y la Pepsi-Cola para acabar con la pobre zarzaparrilla?

Como todo español educado en la infancia por las películas de FuManchú, a veces creo en la teoría conspiratoria y me imagino a Guerra trabajando sin descanso en su laboratorio de discrepancias internas prefabricadas. A su lado, Txiki cargando de adrenalina las pilas del socialista cobaya para que cuando se despierte entre al capote y renueve el espectáculo. Todo tan científico, mientras Anguita se olvida de telefonear a Alonso Puerta y Marcelino Oreja no tiene quien le escriba.

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