El Tío Alberto
Tengo cuatro hijos. Me gustan los niños en general, y más los míos. Juego y he jugado con ellos. Los acaricio, les hago cosquillas y se estremecen, les gusta y lo necesitan (yo también). ¿Cuántas veces hemos oído y dicho: "Ese niño está falto de cariño"?Si hablamos de niños que han tenido la mala fortuna de no encontrarlo en su hogar, en su familia, y por el contrario han tenido la suerte de dar con alguien que de verdad los quiere, que los cobija, que los entiende, que tal vez los arrope por las noches, ¿tenemos que condenarlo? ¿Es que vamos a ser tan injustos como para condenar la bondad, la...
Regístrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
Tengo cuatro hijos. Me gustan los niños en general, y más los míos. Juego y he jugado con ellos. Los acaricio, les hago cosquillas y se estremecen, les gusta y lo necesitan (yo también). ¿Cuántas veces hemos oído y dicho: "Ese niño está falto de cariño"?Si hablamos de niños que han tenido la mala fortuna de no encontrarlo en su hogar, en su familia, y por el contrario han tenido la suerte de dar con alguien que de verdad los quiere, que los cobija, que los entiende, que tal vez los arrope por las noches, ¿tenemos que condenarlo? ¿Es que vamos a ser tan injustos como para condenar la bondad, la ternura, la sensibilidad?
Yo alzo la voz para pedir sensatez-