El 'rocío' de los camioneros

420 vehículos se reunieron en la primera concentración de transportistas de España

Parece la habitación de un hotel de: cuatro estrellas. Tiene televisión, equipo de música, aire acondicionado, nevera y cama. Pero es la cabina de un camión, "nuestra segunda casa", que la llaman los transportistas. Un total de 420 vehículos, aunque no todos tan cómodos y dotados, participaron el pasado fin de semana en la primera concentración de esta índole que se realiza en España. Papitu, el cocinero de los Guinness, que les dio de comer paellas y butifarras gigantes, cree que esta convocatoria se convertirá, con el tiempo y si persevera, "en el Rocío de los camioneros".

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Parece la habitación de un hotel de: cuatro estrellas. Tiene televisión, equipo de música, aire acondicionado, nevera y cama. Pero es la cabina de un camión, "nuestra segunda casa", que la llaman los transportistas. Un total de 420 vehículos, aunque no todos tan cómodos y dotados, participaron el pasado fin de semana en la primera concentración de esta índole que se realiza en España. Papitu, el cocinero de los Guinness, que les dio de comer paellas y butifarras gigantes, cree que esta convocatoria se convertirá, con el tiempo y si persevera, "en el Rocío de los camioneros".

"Estaba viajando por Francia cuando en un área de servicio me encontré cuatro camiones aparcados; detrás, en tiendas de campaña, estaban reunidas las familias de los cuatro camioneros", cuenta Jordi Viñals, ingeniero y director de la revista Mundo Camión. "Se me ocurrió que eso mismo se podría hacer a lo grande. Nunca se había intentado en Europa reunir a los camioneros y sus familias". Así surgió la idea, que este fin de semana, durante tres días, se ha concretado en la I Concentración de Camiones de España, celebrada en una explanada situada frente al circuito del Jarama.Tuvieron que cortar cardos de un metro de altura y aplanar una extensión de 50.000 metros cuadrados. Necesitaron montar un escenario para actuaciones, una plaza de toros para capeas, una carpa de circo como merendero y varios castillos neumáticos para los niños. La revista organizadora de la concentración se gastó 35 millones de pesetas. Cerca de 4.000 personas atendieron su llamada.

"Los camioneros no son señores gordos y bajitos como se cree", comentaba con parte de razón Jorge Palacios, uno de los organizadores. El concurso del camionero más bajo quedó desierto por falta de concursantes y entre los concentrados primaba la juventud. Luis Román, con sólo tres meses de carné, fue la estrella de la gincana (pruebas de habilidad y exhibición) que se realizó en el circuito del Jarama. El número de Román, camionero de San Sebastián de los Reyes, consistía en subirse al techo de la cabina tras dejar el vehículo con una marcha corta metida y circulando a baja velocidad. También le gusta dar la vuelta de exhibición por el circuito marcha atrás. "Para variar", dice. Luis lleva conduciendo camiones "y todo lo que tenla ruedas" desde los 11 años. El y su hermano Agustín son camioneros por herencia. "Nuestro padre lleva 50 años conduciendo".

'Caja de música'

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Los jóvenes camioneros han sutituido la copla de Marifé de Triana y aquel amigo conductor por sistemas más avanzados de entretenimiento al volante. Los equipos de radioaficionados se han generalizado en las cabinas como elemento de compañía, amistad, auxilio y aviso. La conversación por radio es especialmente útil ante los enemigos naturales del conductor: la Guardia Civil, los coches radar y las balanzas de pesaje de carga. Los tres se expresan, en el argot de los camioneros, como los puntitos, la caja de música y la plancha, respectivamente. "Los camioneros no estamos solos en la carretera", explica Agustín Román.

Tampoco estuvieron solos en la fiesta. Papitu, el cocinero de Cornellá que tiene en su haber seis Guinness por haber cocinado la paella, la chanfaina, la barbacoa, la butifarra, la parrillada y el pincho más grandes del mundo y otro más por la paella más pequeña -de apenas 20 gramos-, se encargó de la cocina. Su menú intentó contentar a varias regiones: butifarra, pisto extremeño y paella valenciana. Y es que en las matrículas de los camiones era difícil hallar la unanimidad.

El Fary, también con un pasado al volante, cantó durante la noche del sábado, y en la mañana del domingo, tras la diana de las nueve realizada a base de bocinazos, hubo misa de campaña con el que llaman cura de los camioneros. El sacerdote José Medina, que ha dignificado la profesión con artículos en prensa y bienaventuranzas -"Bienaventurado el que reza por la policía de Tráfico", dice una de ellas-, ha instalado en la fachada de su parroquia un mural con un camionero ayudando a un automovilista.

Ayer, tras la misa, la gincana y la paella, llegó la despedida sin alcohol. Lo decían las bases del evento: "Al término de la superpaella ya no se servirán bebidas alcohólicas. Con ello queremos garantizar que la vuelta por carretera se efectúe en plenitud de facultades".

Ya no hay calendarios en las cabinas

Los camioneros ya no cuelgan en las ventanas de sus cabinas calendarios con exuberantes mujeres. Aquella decoración, a base de desnudos y cortinillas, ha pasado de moda. Ahora prefieren decorar sus vehículos con dibujos aerográficos con motivos paisajísticos, mitológicos, zoológicos o femeninos.Juan José Pedregal, un ovetense que lleva 18 años al volante, ganó ayer el primer premio de camiones decorados en la concentración que los transportistas realizaron en el circuito del Jarama. Pedregal, que hace anualmente 100.000 kilómetros entre Andalucía y Asturias, "bajando leche y subiendo aceite", decidió pintar en su inmenso remolque los dos paisajes. En el lateral derecho, la Giralda, un cortijo y olivos. En el izquierdo, un prado, hórreos y vacas. Lo que costó es un secreto, aunque José Carlos Velasco, el artista, afirma que es un trabajo de dos meses.

Los dibujos pueden costar entre 200.000 y 500.000 pesetas, aunque los más complicados superan el millón. Velasco sustituyó su taller de chapa y pintura de Oviedo por el arte aerográfico, tras ganar un concurso de carteles hace cuatro años.

Por la pista del circuito del Jarama desfilaron ayer camiones con una amplia gama de fantasías aerográficas. Uno de Ateca (Zaragoza) llevaba pintado su pueblo; otro de La Coruña prefirió imágenes del desierto americano, y unos de Granollers juntaron a varios personajes del tebeo. Uno de Mulas (Murcia) optó por montar en la cabina un altar con santos y vírgenes.

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