Tribuna:

El ordenador

Stanley Kubrick dirigió, en 1968, 2001: A Space Odyssey, una película inspirada en la novela The Sentinel de Artur C. Clarke. En el filme, durante el año 2001, Frank y David viajan hacia Júpiter a bordo del Discovery, nave dirigida por una computadora, la Hal 9000. Ésta se rebela y lleva la expedición al fracaso.Emilio Reyes entró en la Cueva de Anes (La Cerdanya) el pasado 11 de febrero; debía permanecer en su interior hasta finales de dicho mes del próximo año. Su único contacto con la superficie, con el mundo exterior, era una computadora. La experiencia se llamó...

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Stanley Kubrick dirigió, en 1968, 2001: A Space Odyssey, una película inspirada en la novela The Sentinel de Artur C. Clarke. En el filme, durante el año 2001, Frank y David viajan hacia Júpiter a bordo del Discovery, nave dirigida por una computadora, la Hal 9000. Ésta se rebela y lleva la expedición al fracaso.Emilio Reyes entró en la Cueva de Anes (La Cerdanya) el pasado 11 de febrero; debía permanecer en su interior hasta finales de dicho mes del próximo año. Su único contacto con la superficie, con el mundo exterior, era una computadora. La experiencia se llamó Operación 9.000.

Reyes no llegó a permanecer nueve mil horas bajo tierra. Problemas psíquicos y fisicos le llevaron a abandonar apenas transcurridos los dos meses. Todos nos extrañamos, porque Emilio, en una ocasión anterior, había aguantado casi el doble.

La computadora que tenía Emilio, su cordón umbilical con el mundo, no se llamaba Hall 9000 ni tampoco dirigía ninguna nave espacial. Era material de más sensillez. Simpáticamente la llamaban MAC. No se rebeló, sino que actuó correctamente, resistiendo humedades al punto de saturación, y se embadurnaron, con el barro de la cueva, sus teclas. MAC se comportó.

Durante el aislamiento, Emilio Reyes permaneció muchas horas frente al ordenador, en el que registró sus impresiones, los parámetros de la experiencia, los diálogos con la superficie... y, a través de él, comunicó su deseo de abandonar la prueba. En la Cueva de Rialb, sin terminal informático, había conseguido ir mucho más allá. Quizá por eso cabría preguntarse si la dificultad de la Operación 9.000, más que en el hecho en si misma, no estribaba precisamente en que un hombre, sólo y aislado, permaneciera tan largo tiempo frente a un ordenador.

es miembro de la operación.

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