El estudiante español detenido en los incidentes contra el 'poll-tax', en libertad

Mario Turégano, el español condenado en Londres a 28 días de cárcel por apropiarse de un par de frascos de agua, ya está en libertad. Turégano sólo quiere olvidar el incidente y volver al anonimato. No guarda rencor contra nadie por lo ocurrido y repite: "Lo peor es estar encerrado".

El estudiante español sorprendido en la comercial Regent Street por los incidentes protagonizados hace un par de semanas por unos 3.000 manifestantes que asolaron el centro de la capital británica protestando contra el nuevo impuesto poll-tax, salió el jueves por la mañana de la cárcel de Wormwoo...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Mario Turégano, el español condenado en Londres a 28 días de cárcel por apropiarse de un par de frascos de agua, ya está en libertad. Turégano sólo quiere olvidar el incidente y volver al anonimato. No guarda rencor contra nadie por lo ocurrido y repite: "Lo peor es estar encerrado".

El estudiante español sorprendido en la comercial Regent Street por los incidentes protagonizados hace un par de semanas por unos 3.000 manifestantes que asolaron el centro de la capital británica protestando contra el nuevo impuesto poll-tax, salió el jueves por la mañana de la cárcel de Wormwood Strubs. Marlo fue detenido el 1 de abril por haber cogido un par de frascos de un agua, empleada en disoluciones, del escaparate de una farmacia que había sido destrozado por los iracundos enemigos del poll-tax, el nuevo e impopular impuesto municipal que aquel día entraba en vigor y sobre el que Turégano lo desconocía todo.Hoy sólo desea olvidar la peripecia que se saldó con una condena a 28 días de cárcel. Ha cumplido menos de la mitad por carecer de antecedentes, estar condenado a una pena menor y haber manifestado buen comportamiento en prisión. 'Lo peor es estar encerrado", dice.

Mario, de 22 años de edad y estudiante de quinto en una escuela de artes y oficios madrileña, tiene un aspecto que al parecer desata inevitablemente los instintos represores de muchos policías. Delgado, con unos vaqueros rotos y con flecos, botas, camisa amplia que le cuelga por fuera y unas greñas que le tapan la cara, el turista madrileño no podía encontrarse en peor sitio en peor momento.

La policía londinense, que aquel día tuvo que vérselas con la más violenta manifestación que ha sufrido la capital británica en este siglo, no necesitaba muchos alicientes para detenerle y el juez ante el que compareció el lunes siguiente tampoco estaba falto de ansias de sentar un ejemplo. La traducción defectuosa por la intérprete en comisaría hizo al juez Roger Davis creer que Turégano había estudiado dos años en una academia militar y deducir que su conducta tenía el agravante de quien viola a sabiendas la disciplina.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En