Cartas al director

Divagaciones sobre la libertad de expresión

Desde el otro lado del teléfono siento una vida, sin duda, de la estabilidad que concede la ocupación de un cargo importan te. Es una voz contundente y disfrazada de cordial. Una voz que no admite réplicas y que me con dena, sin remedio, al laberinto cerebral del raciocinio. -¡No admitimos colaboraciones! -dice.- ¿Cómo sabréis si es bueno lo que ofrezco si nadie me escucha" -pregunto.

- ¡No nos interesa el tema! -añade.

¡El resto no importa! Probablemente despidiese aquella voz con un gracias tan típico e hipócrita como la fórmula con la que ella cortase la mía.

La cabina,...

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Desde el otro lado del teléfono siento una vida, sin duda, de la estabilidad que concede la ocupación de un cargo importan te. Es una voz contundente y disfrazada de cordial. Una voz que no admite réplicas y que me con dena, sin remedio, al laberinto cerebral del raciocinio. -¡No admitimos colaboraciones! -dice.- ¿Cómo sabréis si es bueno lo que ofrezco si nadie me escucha" -pregunto.

- ¡No nos interesa el tema! -añade.

¡El resto no importa! Probablemente despidiese aquella voz con un gracias tan típico e hipócrita como la fórmula con la que ella cortase la mía.

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La cabina, un pitido, mi recuerdo y el quiosco donde un hombre es informado gratuitamente de que su diario ha subido dos duros. Todo un escenario desde el que es imposible evitar la duda: ¿cómo pensar que la libertad de expresión es algo más que un cuento? ¿Cómo creer que la censura ha sido extinguida? ¡¿Cómo?.

"Que si EL PAÍS no admite colaboraciones, que si es una empresa que para eso contrata personal ... Y el laberinto continúa arrojando -casi reprochando- cada fragmento del diálogo... hasta que la razón responde desde el caos que eso no está mal, que proporciona cierta seguridad a sus profesionales, que... ¡Basta ya de privar al periodista de su merecida estabilidad! Pero esa misma razón añade que el informador continúa alejado del equilibrio profesional, que se siguen contratando usurpadores en este campo. En definitiva, que un periodista no puede legalmente ejercer como médico, mientras que un médico sí que se mete en el mundo del periodismo. Y así están las cosas como están!

Es paradójico observar que los informadores se caracterizan por la reivindicación como constante a lo largo de la historia. Y es gracioso, porque precisamente es su entorno el menos reivindicado.

Se habla mucho del periodismo amarillo opuesto a la ética del profesional, y se comete el error de confundir sexo con morbo.

¿Que no les interesa el tema" Pero... ¿cómo puede no interesar el nacimiento del primer taller de caricias en España? Al país le atrae, pero tal vez EL PMS no se moje porque es más cómodo negar la historicidad del sexo que alimentar la crítica de aquellos que practican, quizá por aburrimiento, la caza de] morbo.

Sin embargo, quien niega dicha historicidad está negando al hombre, niega a sus lectores, a esos que cada mañana pagan dos duros más por la idolatrada libertad de expresión y que esperan Informaciones veraces y reales "como la vida misma".

Pienso todo esto mientras alguien pasa hojeando un diario y recuerdo que estamos en una nación en la que la lectura se incrusta en el subdesarrollo. Así que decido enviarles mis divagaciones por si alguien tuviera tiempo de observarlas.- Sonia Pascual. Estudiante de Ciencias Sociales y de la Información.

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