Cartas al director

Los atletas tránsfugas, el Este y el olimpismo

Leídas las últimas declaraciones de las atletas tránsfugas de los países del Este, habría que empezar a poner en duda casi todas las medallas olímpicas ganadas desde hace unos años a esa parte, pues existe la certeza moral de que fueron otorgadas a deportistas tan dopados como el pobre Ben Johnson, que al parecer ha de pagar por todos. Esa historia de doping será cosa de nunca acabar, pues en cierto modo va unida al progreso científico.Ya se sabe lo inútil que es ponerle puertas al campo e intentar parar el avance de la ciencia. Tampoco creo que sea bueno detener o estancar unos ...

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Leídas las últimas declaraciones de las atletas tránsfugas de los países del Este, habría que empezar a poner en duda casi todas las medallas olímpicas ganadas desde hace unos años a esa parte, pues existe la certeza moral de que fueron otorgadas a deportistas tan dopados como el pobre Ben Johnson, que al parecer ha de pagar por todos. Esa historia de doping será cosa de nunca acabar, pues en cierto modo va unida al progreso científico.Ya se sabe lo inútil que es ponerle puertas al campo e intentar parar el avance de la ciencia. Tampoco creo que sea bueno detener o estancar unos programas y procesos que, experimentando con hombres, pueden redundar a medio plazo en beneficios innegables para la ganadería.

Creo, pues, que lo más oportuno sería, en unos próximos Juegos Olímpicos y no en los inminentes de Barcelona ya que Samaranch se enrollaría muy mal, dividir cada disciplina deportiva en dos clasificaciones, A y B. Una para los atletas que practiquen el doping con toda libertad y la otra para los que no quieren tomar nada, ninguna droga ni estimulante, posiblemente perjudiciales para su salud. De todas formas, eso de no tomar fármacos que puedan perjudicar la salud en el deporte es de por sí paradójico, ya que lo mejor para no dañar la salud de uno es empezar por no practicar deporte alguno de alta competición, ya que todos son malos para el cuerpo.

¿A qué pues preocuparse si alguien se quiere perjudicar un poco más dopándose? Por eso creo que lo de las dos clasificaciones, A y B, sería lo más correcto y democrático. Lo que sí hay que vigilar es la posible entrada del doping en los deportes que hasta ahora no han sido controlados, como los populares de los pueblos.

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¿Se dopan los tamboreros de Calanda?, y, en Cataluña, ¿se estimulan los del baile de bastones? ¿Y los xiquets de Valls, con sus increíbles torres humanas? De un tiempo a esta parte, los xiquets de todo el campo de Tarragona han mejorado en conjunto sus actuaciones y han conseguido prodigios con su fuerza y equilibrio nunca alcanzados. Pero, ¿toman esteroides sus bases?, y los anxanetes que trepan como locos para coronar los castillos, ¿se vigila para que no tomen anfetaminas?

Hay que estar en todo. Toda precaución es poca.-

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