Tribuna:

Bebedores

Después de cantar a coro Asturias, patria querida (bien o mal, pero con entusiasmo), los bebedores de alcoholes varios se marchaban a casita, que llueve; normalmente haciendo eses. Así era de ley, en tiempos antiguos. En tiempos modernos, los bebedores de alcoholes varios han cambiado la literalidad de las eses. Las eses que los antiguos bebedores de alcoholes varios hacían a pie por las aceras, los modernos las hacen en auto por las calzadas, lanzados a 100 por hora si el camino está expedito, y si ocluido, culebrean por entre obstáculos, con mucho zangoloteo de carrocería, chirriar de...

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Después de cantar a coro Asturias, patria querida (bien o mal, pero con entusiasmo), los bebedores de alcoholes varios se marchaban a casita, que llueve; normalmente haciendo eses. Así era de ley, en tiempos antiguos. En tiempos modernos, los bebedores de alcoholes varios han cambiado la literalidad de las eses. Las eses que los antiguos bebedores de alcoholes varios hacían a pie por las aceras, los modernos las hacen en auto por las calzadas, lanzados a 100 por hora si el camino está expedito, y si ocluido, culebrean por entre obstáculos, con mucho zangoloteo de carrocería, chirriar de neumáticos, mentar la madre de quien se les ponga delante.A veces la maniobra les falla y arrasan otros autos, farolas, vidas. Según la Dirección General de Tráfico, la mitad de los accidentes de coche se deben al consumo inmoderado del alcohol, y a nadie extraña pues para conducir culebreando a toda pastilla tal cual se ve habitualmente en ciudades y en carreteras, hay que estar loco como una cabra o borracho como una cuba.

A juzgar por el dato, circulan más borrachos que locos (en coche; a pie, al revés), y es obvio que los accidentes se reducirían a la mitad si mucha gente bebiera menos, o mejor no bebiera nada, cuando va a conducir. Pero los bebedores no entienden por qué han de renunciar a tan saludable placer.

La generalidad de la ciudadanía de este país da por sentado que no puede haber reunión sin copas, ni movida sin litronas, ni amistad que no se reafirme soplando. Muchos ciudadanos curan a golpes de aguardiente las toses mañaneras, otros afrontan las frustraciones del trabajo fustigándose con un copazo de coñá, y al final del día se quitan las miserias del cuerpo empinando el codo. Todo muy normal. Lo dice la canción, que en este país expresa la sabiduría: el que no beba vino es un animal... o es por no pagar.

Luego cogerán el coche, angelicos míos.

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