Cuestión de voluntad

Con una cifra superior a los 10.000 muertos, Francia ha pagado un año más, en 1989, un fortísimo tributo a los accidentes automovilísticos. Aunque esta cifra sea una de las menos elevadas de los últimos años, Francia sigue ocupando uno de los peores puestos en cuanto a la seguridad europea en carretera.Tal hecatombe, casi 290.000 muertos desde 1969, ha obligado a que los poderes públicos reaccionen. Si bien algunas decisiones son criticables, nadie puede negar que nos hemos dotado de medidas capaces de limitar este tipo de dramas. Más que nunca el problema reside en hacer respetar la legislaci...

Con una cifra superior a los 10.000 muertos, Francia ha pagado un año más, en 1989, un fortísimo tributo a los accidentes automovilísticos. Aunque esta cifra sea una de las menos elevadas de los últimos años, Francia sigue ocupando uno de los peores puestos en cuanto a la seguridad europea en carretera.Tal hecatombe, casi 290.000 muertos desde 1969, ha obligado a que los poderes públicos reaccionen. Si bien algunas decisiones son criticables, nadie puede negar que nos hemos dotado de medidas capaces de limitar este tipo de dramas. Más que nunca el problema reside en hacer respetar la legislación ya en vigor. Y llegados a este punto no hay más que dos posibles soluciones: o acentuar la toma de conciencia por parte de los automovilistas o incrementar los niveles de represión de las infracciones.

En cuanto a la concienciación de los conductores, las campañas de seguridad se suceden a ritmo acelerado.

(...) Pero desgraciadamente la mejor protección sigue siendo el miedo a la policía. Aun así hay que contar con medios y ganas de ponerlos en práctica. Sin embargo, los medios humanos son realmente escasos, y la voluntad muchas veces se retrae ante un cierto fatalísmo.

La sanción y la represión no son populares nunca. Pero son indispensables en materia de seguridad vial, a menos que aceptemos que la hecatombre se prolongue.

4 de enero