Crítica:

Berkeley a todo tren

Llody Bacon fue un aplicado y muy respetable autor de dramas, melodramas, comedias sentimentales y filmes de acción que en la edad de oro de los treinta regaló a la historia varias obras de interés. La calle 42 es una de ellas, aunque en puridad no es suya. O digamos que sólo es suya la parte dialogada, la más abundante, pero también la más vulgar. La calle 42 tiene su interés focalizado en las escenas musicales, que la convierten en un título imborrable, renovador e ilustre del género. Esas escenas, auténticos hitos de la danza y la música, corresponden en su integridad al más innovador y rev...

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Llody Bacon fue un aplicado y muy respetable autor de dramas, melodramas, comedias sentimentales y filmes de acción que en la edad de oro de los treinta regaló a la historia varias obras de interés. La calle 42 es una de ellas, aunque en puridad no es suya. O digamos que sólo es suya la parte dialogada, la más abundante, pero también la más vulgar. La calle 42 tiene su interés focalizado en las escenas musicales, que la convierten en un título imborrable, renovador e ilustre del género. Esas escenas, auténticos hitos de la danza y la música, corresponden en su integridad al más innovador y revolucionario coreógrafo de todos los tiempos. Hablamos, de quién si no, de Busby Berkeley.La anécdota de La calle 42 es la mar de tópica, y con el tiempo lo sería más aún, dada su proliferación: el montaje de una obra musical. La irrupción de los números musicales es escasa pero decisiva: básicamente, el número 'del tren, Shuffle off the Buffalo, con sus literas, chicas monísinas y negrito betunero, y el explosivo final, apoteosis de la concepción broadwayana aplicada al cine, geometrías, tap, delirio y frenesí, unos 15 inmejorables minutos de cine musical, en los que brilla especialmente la eléctrica Ruby Keeler.

La calle 42 se emite hoy a las 22

20 por TVE 1.

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