Cartas al director

Arde España

Estando de viaje por Francia y Suiza, paraísos naturales, sobre todo el segundo, nos entra la rabia y el asco al leer en su periódico la noticia que ya es habitual todos los veranos: los incendios forestales. ¡Arde España! Éste sería el eslogan que debieran de exportar al extranjero. Parece que las campañas de mentalización previas al verano no sirven para nada. ¿Pero por qué se quema España? Si los incendios aumentan, no puede ser debido a accidentes o descuidos fortuitos: alguien saca beneficio de ello. Lo que habría que atajar son las condiciones que hacen que eso sea posible.Dejando a un l...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Estando de viaje por Francia y Suiza, paraísos naturales, sobre todo el segundo, nos entra la rabia y el asco al leer en su periódico la noticia que ya es habitual todos los veranos: los incendios forestales. ¡Arde España! Éste sería el eslogan que debieran de exportar al extranjero. Parece que las campañas de mentalización previas al verano no sirven para nada. ¿Pero por qué se quema España? Si los incendios aumentan, no puede ser debido a accidentes o descuidos fortuitos: alguien saca beneficio de ello. Lo que habría que atajar son las condiciones que hacen que eso sea posible.Dejando a un lado las altas temperaturas del verano y la mejor o peor dotación con que cuenta Icona (¡qué irónicas siglas!) para lucha contra los incendios, se nos ocurre que tres pueden ser las causas que hacen posible la proliferación de aquéllos: la desafortunada política de repoblación fo

restal llevada a cabo por la Administración, que parece que más quisiera beneficiar a las industrias del sector que preocuparse por la naturaleza en sí; la delimitación y denominación clara de zona no urbanizable de los bosques próximos a las ciudades o a urbanizaciones ya existentes, y la prohibición de negociar con la madera carbonizada.Un sector voraz y especulador hasta el suicidio ecológico ha hecho suyas las playas del Mediterráneo y quiere meterse en el bolsillo de la forma que sea los beneficios del bosque, sin que nadie haga nada o sin que se tomen medidas para evitarlo.

Tendrían que ver estos paisajes para darse cuenta de cuán lejos estamos de entender una expansión urbanística con un máximo celo en el respeto a la naturaleza que ya existía previamente: una urbanización entendida corno embellecimiento de la naturaleza antes que una incompatibilidad con ella.-

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En