Cartas al director

Mejor no mejorar

Una vez más, me dirijo a usted en calidad de usuario de los trenes de cercanías de Madrid. Hace un par de meses lo hice para protestar por un manifiesto cambio a peor en el servicio. Pues bien, desgraciadamente para todos, el asunto de las mejoras de Renfe me recuerda siempre el conocido chiste del que va a Lourdes en silla de ruedas y al deslizarse por una pendiente exclama: "¡Que me quede como estoy!". Efectivamente, cada vez que Renfe decide mejorar el servicio, al día siguiente no hay más que pasear por los andenes para escuchar el agradecimiento de los usuarios.Y éste...

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Una vez más, me dirijo a usted en calidad de usuario de los trenes de cercanías de Madrid. Hace un par de meses lo hice para protestar por un manifiesto cambio a peor en el servicio. Pues bien, desgraciadamente para todos, el asunto de las mejoras de Renfe me recuerda siempre el conocido chiste del que va a Lourdes en silla de ruedas y al deslizarse por una pendiente exclama: "¡Que me quede como estoy!". Efectivamente, cada vez que Renfe decide mejorar el servicio, al día siguiente no hay más que pasear por los andenes para escuchar el agradecimiento de los usuarios.Y éste es el caso que nos ocupa. A partir del pasado 28 de mayo, la estación de Pinar de las Rozas, que hasta ahora había sido el punto de enlace de los que, procedentes de la sierra, nos dirigimos hacia la estación de Príncipe Pío, desaparece como tal enlace, pasándose a efectuar el mismo en un nuevo apeadero de nueva creación llamado El Tejar y situado "en medio de ninguna parte".

Voy a resumir la mejora en mi tren de vida diciendo que hasta el mes pasado subía por la mañana al tren a las 7.46 y llegaba a la estación del Norte a las 8.24. Ahora, mi horario pasa a ser de 7.45 a 8.34, a lo que hay que sumar retrasos y el hecho de que el nuevo apeadero no tiene ni sanitarios. Por la tarde, mi horario era el siguiente: 17.10, salida del tren desde Norte; 17.54, llegada a Villalba. Ahora: 17.08, salida de Norte; 18.00, llegada a Villalba.

Los trenes van como el metro en las horas punta. Los revisores funcionan a la perfección y son capaces de pegar 1.000 pisotones para que nadie se escape. Los retrasos abundan. La nueva estación hace el viaje aún más largo.

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Señor director: me pregunto si no hay forma de mejorar sin perjudicar a grandes mayorías de personas que exclaman, cada vez con más coraje: "¡Que siga como antes!".-

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