Cartas al director

Perico Arístegui

Volando, hace unos 20 años, de Madrid a Lima sufrí un proceso febril que alcanzó su apogeo en la escala de Puerto Rico. Descendí obligatoriamente del avión, y las autoridades sanitarias norteamericanas me anunciaron la imposibilidad de continuar el viaje. Apareció en ese momento en el aeropuerto mi compañero de facultad, entonces cónsul de España en San Juan, y decidió llevarme a su casa (eran las dos de la mañana), "donde su mujer y él me cuidarían como a un hermano". Le convencí de que más bien utilizara su influencia en Iberia para que se me permitiese reembarcar y llegar a mi casa en Lima....

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Volando, hace unos 20 años, de Madrid a Lima sufrí un proceso febril que alcanzó su apogeo en la escala de Puerto Rico. Descendí obligatoriamente del avión, y las autoridades sanitarias norteamericanas me anunciaron la imposibilidad de continuar el viaje. Apareció en ese momento en el aeropuerto mi compañero de facultad, entonces cónsul de España en San Juan, y decidió llevarme a su casa (eran las dos de la mañana), "donde su mujer y él me cuidarían como a un hermano". Le convencí de que más bien utilizara su influencia en Iberia para que se me permitiese reembarcar y llegar a mi casa en Lima.El gesto inolvidable más parece de caballero del siglo XIX que de nuestros días. Y es que Perico se equivocó de siglo. Que al dejar éste le acompañe el cariño de los que en él le disfrutamos.-

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