Editorial:

Izquierda-derecha en Franc¡a

A PESAR de tratarse de unas elecciones municipa les y de que Michel Rocard quisiera reducir su sig nificado al puro ámbito local, lo cierto es que los resultados que salgan esta noche de las urnas francesas influirán de manera notable sobre la política general del país vecino. La campaña electoral que ha precedido a la votación ha estado especialmente politizada. Y ello por dos razones esenciales: en primer lugar, por la tradición francesa según la cual muchos de los principales hombres políticos (ministros, jefes de Gobierno) son a la vez alcaldes de pueblos o ciudades; la segunda -y en el ca...

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A PESAR de tratarse de unas elecciones municipa les y de que Michel Rocard quisiera reducir su sig nificado al puro ámbito local, lo cierto es que los resultados que salgan esta noche de las urnas francesas influirán de manera notable sobre la política general del país vecino. La campaña electoral que ha precedido a la votación ha estado especialmente politizada. Y ello por dos razones esenciales: en primer lugar, por la tradición francesa según la cual muchos de los principales hombres políticos (ministros, jefes de Gobierno) son a la vez alcaldes de pueblos o ciudades; la segunda -y en el caso de hoy la más importante- es que ha fracasado la estrategia que permitió a Mitterrand y Rocard ganar en la pasada primavera las elecciones presidenciales y, luego -si bien en menor medida-, las parlamentarias. Su lema era la unión de los franceses, y su objetivo, un acuerdo entre socialistas y centristas. Ese entendimiento no se ha plasmado y hoy la batalla electoral se va a dirimir, como sucede tradicionalmente en Francia, entre izquierda y derecha. Socialistas y comunistas han concluido un acuerdo para esta consulta. Sin embargo, tal iniciativa poco tiene que ver con los pactos de unidad de la izquierda de épocas anteriores. Se trata simplemente de crear condiciones favorables para derrotar a las candidaturas de derecha en el mayor número de municipios posible. Los líderes, tanto socialistas como comunistas, han dejado claro que sus programas y estrategias son completamente distintos a nivel nacional. Incluso en el plano local, en un 40%, de las ciudades de más de 20.000 habitantes el acuerdo no ha sido posible y las distintas formaciones de la izquierda se enfrentarán en la primera vuelta. Sin embargo, con el sistema electoral de dos vueltas vigente en Francia la unidad vendrá impuesta en la práctica en la segunda, el próximo domingo, sobre la base de la preferencia que marquen hoy las urnas. Lo mismo harán las dos principales formaciones de centro-derecha, si bien éstas se han puesto de acuerdo para la primera vuelta en el 95% de las ciudades importantes.

Para la derecha, estas elecciones municipales ofrecen la oportunidad de desquitarse, aunque en tono menor, de las graves derrotas que sufrió el año pasado, cuando Mitterrand fue reelegido para, el Elíseo con una mayoría casi sin precedente. Los casos de corrupción relacionados con el asunto Pechiney han afectado a personas cercanas al Gobierno y al Elíseo. También la agitación de grupos musulmanes apoyando la condena de Jomeini contra el escritor Rushdie puede favorecer a la derecha, partidaria de una política de dureza frente a los inmigrados extranjeros, a pesar de que la gran mayoría de los norteafricanos residentes en Francia no ha apoyado esos actos de fanatismo. Por otra parte, según recientes sondeos, el entusiasmo europeísta -que Mitterrand encarna con un brío indiscutible- pierde posiciones en la opinión pública, temerosa de que el mercado único europeo de 1993 tenga efectos económicos desfavorables.

Los resultados de la votación de hoy deben ser interpretados con cautela. La constitución de los futuros municipios sólo se hará después de la segunda vuelta, en la que los electores, tras la purga de candidatos realizada en la primera, fijarán sus preferencias definitivas. Por otra parte, en algunas de las mayores ciudades, como Marsella y Lyón, los factores personales serán quizá más decisivos que los directamente políticos. En Marsella se enfrentan dos candidatos socialistas, uno apoyado oficialmente por el partido y otro respaldado con cierta discreción por el Elíseo y varios ministros. En Lyón, la lucha se polariza entre dos candidatos de derecha.

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