Cartas al director

Carnaval español

Creo de justicia constatar, y por eso lo hago, que en esta etapa tragicómica, socialmente carnavalesca y trágica, de la transición española, las llamadas revistas del corazón están empezando a cumplir, desde luego sin proponérselo, pues ellas sólo pretenden ganar dinero, una función social que es cada vez menos la negativa de adormecer al pueblo y cada vez más la positiva de despertarlo de su modorra de siglos, escribiendo así derecho con líneas torcidas.En efecto, al revelar de modo palpable, preciso, y por ello responsable, hasta qué punto las condiciones de vida presentes -y lo que e...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Creo de justicia constatar, y por eso lo hago, que en esta etapa tragicómica, socialmente carnavalesca y trágica, de la transición española, las llamadas revistas del corazón están empezando a cumplir, desde luego sin proponérselo, pues ellas sólo pretenden ganar dinero, una función social que es cada vez menos la negativa de adormecer al pueblo y cada vez más la positiva de despertarlo de su modorra de siglos, escribiendo así derecho con líneas torcidas.En efecto, al revelar de modo palpable, preciso, y por ello responsable, hasta qué punto las condiciones de vida presentes -y lo que es más grave, futuras- de millones de españoles sufridos y modestos que acuden honradamente cada mañana a su malpagado tajo, dependen cada día más absolutamente, sin apelación, de decisiones arbitrarias -de alianza o lucha, fusión o ruptura- adoptadas enteramente, sin control público, por las ansias de poder, los afanes desmedidos de lucro y las pasiones personales de un reducidísirno puñado de ridículos y vulgares personajes que exhiben sin pudor la vinculación, cada día más estrecha, entre sus tristes vísceras y el dinero del país, esas grotescas revistas cumplen hoy una función tan revolucionaria como fue la de los panfletos y sátiras sobre la corte de María Antonieta en vísperas de la Revolución Francesa.

La "malherida España, de carnaval vestida", hoy más real y presente que en tiempos de Machado, empieza con ello -y con el vigoroso despertar de los sindicatos a tomar conciencia de sí misma y de sus males, condición indispensable de todo remedio.-

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En