El duque de Cádiz fue enterrado a los pies de un altar

Alfonso de Borbón, duque de Cádiz, muerto mientras esquiaba en las pistas de Vail (Colorado) cuando un cable metálico seccionó parte de su cueIlo, fue enterrado ayer al pie del altar de la Inmaculada en el monasterio de las Descalzas de Madrid. Las campanas de la iglesia repicaron cuando los Reyes, acompañados de sus hijos, llegaron al templo, minutos antes de que se iniciase la ceremonia. La madre del Rey, la condesa de Barcelona, que acudió a la misa en su silla de ruedas, fue aplaudida a su entrada por el público.

El ministro de Cultura, Javier Solana, y el secretario de Estado p...

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Alfonso de Borbón, duque de Cádiz, muerto mientras esquiaba en las pistas de Vail (Colorado) cuando un cable metálico seccionó parte de su cueIlo, fue enterrado ayer al pie del altar de la Inmaculada en el monasterio de las Descalzas de Madrid. Las campanas de la iglesia repicaron cuando los Reyes, acompañados de sus hijos, llegaron al templo, minutos antes de que se iniciase la ceremonia. La madre del Rey, la condesa de Barcelona, que acudió a la misa en su silla de ruedas, fue aplaudida a su entrada por el público.

El ministro de Cultura, Javier Solana, y el secretario de Estado para el Deporte, Javier Gómez-Navarro, asistieron al entierro en el segundo banco, detrás del que ocupaban Gonzalo de Borbón, Luis Alfonso de Borbón y Emmanuela Dampierre, hermano, hijo y madre del fallecido. Desde el sexto banco asistió a la ceremonia la ex esposa de Alfonso de Borbón, Carmen Rossi, que estuvo acompañada por sus padres y hermanos.El oficiante de la ceremonia, Gregorio Isabel Gómez, explicó que Luis Alfonso de Borbón, a quien en su día dio la primera comunión, le había solicitado que celebrara la misa del entierro. El nuncio del Papa en España, el arzobispo Mario Tagliaferri, presidirá hoy una misa de réquiem que se celebrará en la iglesia de San Jerónimo el Real.

La Prensa, a diferencia de lo que ocurrió el pasado miércoles, fue autorizada ayer a entrar en el templo. La prohibición de que los medios de comunicación accedieran anteayer a la sala donde se instaló la capilla ardiente levantó rumores que apuntaban a una posible venta de la exclusiva. Varios periodistas gráficos le preguntaron a Gonzalo de Borbón, en tono irónico: "¿Cuándo van a estar reveladas las fotos?".

Polémica

Posteriormente, Gonzalo de Borbón rechazó esas acusaciones, en unas declaraciones efectuadas a la cadena SER. El hermano del duque de Cádiz dijo: "¿Que voy a hacer dinero sobre el cadáver de mi hermano? Por favor, los que no tienen conciencia son ellos, que son un hatajo de sinvergúenzas".Según sus declaraciones, había prohibido la entrada a televisión y fotógrafos "porque no quería", dijo, "que siguieran la clásica costumbre de esta gentuza de sacar fotografías y después poner cualquier barbaridad en los pies de foto". Gonzalo de Borbón admitió que había vendido exclusivas, aunque añadió: "De ahí a que digan que hago dinero sobre el cadáver de mi hermano, eso no lo trago".

El abogado de Gonzalo de Borbón, José Torres del Molino, explicó ayer a este periódico: "No creo que existan esas fotos; lo que sí que puedo asegurar es que don Gonzalo no las ha hecho y que no lo habría permitido". Después de recordar que Gonzalo de Borbón "no ha hecho una foto en su vida", explicó: "Sí ha habido oportunidades para que alguien de los que acudieron a rezar ante el féretro las haya hecho, pero no hay constancia de que nadie, a excepción del fotógrafo de Su Majestad, haya hecho fotos". Con respecto al destino de las efectuadas por el fotógrafo de la Casa Real, Torres manifestó que eran "para el álbum familiar". Este fotógrafo dijo que había tomado un total de 12 o 15 imágenes, pero precisó que en ninguna recogía el cuerpo amortajado.

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La revista Hola recupera esta semana las memorias que el duque de Cádiz publicó hace cuatro años en sus páginas. En ellas, y bajo el título de Mi difícil caminar, el duque de Cádiz inicia el relato de su vida explicando: "Mi vida, contra lo que muchos puedan imaginar, no ha sido, no es, realmente una novela rosa. Mucho menos una vida fácil. Yo diría más: es la mía una historia difícil; en muchas ocasiones, amarga".

Un hombre de entre el numeroso público que a lo largo de todo el día observó tras las vallas de seguridad el trasiego de visitantes comentó: "Su vida no ha sido una tragedia griega. Este hombre es más bien un personaje de Dostoievski".

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