Ensalzar lo propio y criticar lo ajeno

"Por regla general, solemos ensalzar lo propio y criticar lo ajeno. Yo creo que la actitud correcta del intelectual es la crítica de su propia sociedad y el respeto y la simpatía por las sociedades ajenas", dice Goytisolo, una mano descansando en el paquete de periódicos que le une a las noticias del mundo."En la sociedad islámica", prosigue, "hay cosas que me merecen poco respeto, pero creo que su crítica debe partir de los propios interesados. Tú sólo puedes intervenir cuando se violan derechos humanos fundamentales; frente a la tortura o frente a esa práctica bárbara de la escisión de las m...

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"Por regla general, solemos ensalzar lo propio y criticar lo ajeno. Yo creo que la actitud correcta del intelectual es la crítica de su propia sociedad y el respeto y la simpatía por las sociedades ajenas", dice Goytisolo, una mano descansando en el paquete de periódicos que le une a las noticias del mundo."En la sociedad islámica", prosigue, "hay cosas que me merecen poco respeto, pero creo que su crítica debe partir de los propios interesados. Tú sólo puedes intervenir cuando se violan derechos humanos fundamentales; frente a la tortura o frente a esa práctica bárbara de la escisión de las mujeres, que practican los cristianos, musulmanes y animistas del valle del Nilo. Obviamente, estoy por la prohibición de todo eso. Pero fuera de esos casos flagrantes, tú no debes dar lecciones".

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Un universo abigarrado

En su serie televisiva, que comenzará a proyectarse a partir del próximo enero en TVE-1, Goytisolo sorprende a los luchadores turcos engrasando sus músculos; se emborracha de mística de los derviches danzantes; fisgonea en las cocinas de Marraquech, donde las vecinas preparan los pastelillos del Ramadán; filosofa en El Cairo con un guardián del cementerio; sonríe al ver a un chico y una chica timándose durante una romería marroquí, y se deja arrestar por los soldados israelíes cuando filma a los niños palestinos de la intifada. El islam de Goytisolo es un universo abigarrado, vitalista y heterodoxo, donde la tolerancia hace posible casi todo.

El autor de Makbara soporta cada vez peor los tópicos occidentales sobre el mundo árabe y musulmán. "Me asombra la generalización de los titulares de la Prensa occidental, tipo El islam nos penetra, Moros en la costa, La marea negra musulmana, La guerra santa islámica ha comenzado, etcétera", afirma. "Una vez leí uno que decía: La policía española defenderá a Chirac de ETA y de los árabes. Lo lees así, fríamente, y dices: ' ¡Qué barbaridad!'. Sería como si se identificara a la totalidad de los europeos con los desquiciados de la Fracción del Ejército Rojo alemán o con los de Action Directe, o con ETA o los GRAPO. O a la madre Teresa de Calcuta con los Guerrilleros de Cristo Rey".

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