Adiós a la ciudad

La carestía de la vivienda expulsa a los jóvenes y amenaza con convertir Madrid en un reducto de ancianos y potentados

Madrid es una capital que envejece. A la disminución de la natalidad, fenómeno que es general en toda España, se ha unido ahora la carestía de la vivienda, que afecta especialmente a las parejas jóvenes con pocos recursos, para quienes comprar o alquilar un piso dentro del término municipal se ha convertido en los últimos años en una auténtica aventura. Para frenar esta tendencia han comenzado a aparecer iniciativas públicas y particulares que intentan poner remedio a este éxodo imparable. De no lograrlo, Madrid será en muy pocos años una ciudad de ricos y ancianos.

Francisca Cárdenas y...

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Madrid es una capital que envejece. A la disminución de la natalidad, fenómeno que es general en toda España, se ha unido ahora la carestía de la vivienda, que afecta especialmente a las parejas jóvenes con pocos recursos, para quienes comprar o alquilar un piso dentro del término municipal se ha convertido en los últimos años en una auténtica aventura. Para frenar esta tendencia han comenzado a aparecer iniciativas públicas y particulares que intentan poner remedio a este éxodo imparable. De no lograrlo, Madrid será en muy pocos años una ciudad de ricos y ancianos.

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Francisca Cárdenas y Enrique Huetos estuvieron viviendo hasta abril de este año en Parla, pero, al quedar él en paro, no pudieron siquiera afrontar el pago del alquiler en esta localidad (25.000 pesetas más gastos) y han tenido que volver a Madrid para vivir en la misma casa que los padres de Enrique, que mientras tanto sigue buscando empleo. Con dos niños, de cuatro años y nueve meses, su caso es uno de tantos en el madrileño barrio de Orcasitas, donde un grupo de 500 parejas jóvenes se han constituido en cooperativa "porque es la única manera de conseguir una vivienda donde podamos vivir dignamente".La aventura comenzó cuando, hace seis años, el Ivima (Instituto de la Vivienda de Madrid) proyectó una remodelación o realojamiento en esta zona, con la constrticción de viviendas destinadas a pobladores con pocos recursos, que fueron presentando las solicitudes para conseguir alguna de ellas. Una vez adjudicadas esta casas, quedaron fuera de los baremos establecidos por el Ivima 111 parejas, bien porque ganaban más dinero del máximo previsto, porque tenían menos hijos o llevaban menos tiempo casados que otros. Pero sus ingresos mensuales tampoco les permitían acceder a los alquileres, y menos aún a los precios de compra que en este momento alcanzan los pisos en Madrid.

El problema de la vivienda está empezando a preocupar a las autoridades tanto del Ayuntamiento como de la Comunidad. Hace unas semanas, el alcalde, Juan Barranco, comentaba su miedo a que "Madrid se convierta en una ciudad para ricos, sin vecinos en el centro urbano, ocupado por oficinas". Para él, un Madrid sin juventud acabaría siendo "un lugar sin inquietud ni capacidad creativa". Pero la cuestión no es sólo decorativa; los jóvenes, sean o no inquietos o creativos, no encuentran un lugar donde vivir. "En esta ciudad", afirma María Carmen Vázquez, secretaria de la cooperativa Jóvenes de Orcasitas, "para tener casa tienes que ser o muy pobre o muy rico; si eres muy pobre, puede que la Administración te consiga una vivienda de protección oficial prácticamente gratis; si eres rico, puedes pagar los precios que se piden".

Precisamente a estas familias con rentas intermedias se refirió hace poco Joaquín Leguina, presidente de la Comunidad de Madrid, quien está interesado en continuar con la promoción de viviendas para personas insolventes, pero que tiene intención, a partir de ahora, de ocuparse también de casos como los de las parejas de Orcasitas, cuyos ingresos medios oscilan entre las 50.000 y las 80.000 pesetas y que tienen enormes dificultades para encontrar una vivienda.

Francisca Cárdenas ni siquiera consigue ese tope. Sin embargo, su solicitud ha sido archivada porque no llegó dentro de los plazos establecidos. "Ahora tengo que vivir en casa de mis suegros. En una habitación dormimos Enrique, el bebé y yo; en otra, sus padres, y en la que queda, mi cuñado de 16 años con la niña de cuatro. A la casa de mis padres no podemos ir, porque tengo muchas hermanas solteras, y ¿dónde nos vamos a meter?".

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Irregularidades

Francisca no se explica los criterios que ha seguido la Administración para adjudicar los pisos, porque, en su opinión, se ha dado lugar a diversas situaciones irregulares e injustas. "Sabemos de un señor que tiene piso comprado en Fuenlabrada y le han dado otro aquí; otro tiene un bar; hay un par de familias que traen dos sueldos a casa, así que no sé qué apuros se supone que pasan; además, mi padre padece una enfermedad mental que a veces le vuelve agresivo, y me dijeron que eso puntuaba en la solicitud, pero ahora la han archivado, la han perdido o yo qué sé. Y no es sólo mi caso; somos 110 matrimonios los que ahora, al parecer, no figuramos en ninguna parte".Menos apurado e incómodo es el caso de Julio Aguado. Se casó en abril del año pasado, y un cuñado le dejó su casa en San Fernando de Henares. Cuando iba y venía a Madrid todos los días, mientras trabajaba en una agencia de viajes, no le importaba meterse en un trayecto de hora y media por viaje. "Teniendo esta casa cedida es como para olvidarse. En Madrid hubiera sido imposible conseguir nada decente con el sueldo que me pagaban, y tuve la suerte de no tener que ponerme a buscar por los alrededores hasta encontrar algo adecuado. Es incómodo tener que ir y volver, pero no queda más remedio". La agencia de viajes cerró, y en este momento está en el paro. "Si hubiera estado pagando un alquiler, ahora estaríamos viviendo con nuestros padres, como otros compañeros".

Agotadas las vías administrativas para conseguir una vivienda para familias con pocos recursos, optó por unirse a la cooperativa de Jóvenes de Orcasitas, donde realiza las labores de secretario. Va dos o tres veces por semana al barrio, y desde allí continúa la lucha por una casa que sea suya. "El panorama está un poco negro, pero no vamos a dejar de movernos. Es nuestra única oportunidad; por ningún lado conseguiremos una vivienda, y en alguna parte tenemos que meternos".

Concesión de suelo

Su esperanza es que la Administración les conceda suelo donde edificar. Según palabras de Daniel Marcos, abogado de la cooperativa, "sin suelo los bancos no quieren saber nada, porque no tenemos nada que ofrecer a cambio; si no hablamos con los bancos no podemos saber cuáles son las posibilidades reales que tenemos de conseguir nuestros propósitos. Por el momento, Francisco Contreras, concejal de Usera, no nos ha dado muchas esperanzas". Efectivamente, la postura de este concejal no deja de ser realista, pues considera que las 10.000 pesetas mensuales que pretenden pagar los cooperativistas para cubrir el precio de las viviendas en 35 años no son suficientes; alcanzan, en todo caso, para pagar una alquiler muy barato.Por el momento, estas parejas no tienen en la práctica otra salida, porque ni la Comunidad ni el Ayuntamiento han presentado ninguna propuesta viable para solucionar la cuestión de las familias con ingresos inferiores a las 90.000 pesetas mensuales. Mientras tanto, los esfuerzos de la cooperativa continúan: "Vamos a hacer lo que sea necesario", asegura Marcos. "No nos van a parar".

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