Crítica:

Más futuro negro

Cuando el destino nos alcance, de Richard Fleischer, es una fábula futurista y también contiene, como el Blade Runner emitido el viernes, sus pequeñas acotaciones filosóficas, aunque menos trascendentes en su anunciado existencialista y más ingenuas en su tratamiento.Nueva York es aquí un deteriorado conglomerado de rascacielos, aire irrespirable y superpoblaclión; por lo que hace a la alimentación, la gente se echa a los dientes unas extrañas galletas, apodadas soylents, de diversos colores y cuya patética procedencia no se nos desvelará hasta el final.

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Cuando el destino nos alcance, de Richard Fleischer, es una fábula futurista y también contiene, como el Blade Runner emitido el viernes, sus pequeñas acotaciones filosóficas, aunque menos trascendentes en su anunciado existencialista y más ingenuas en su tratamiento.Nueva York es aquí un deteriorado conglomerado de rascacielos, aire irrespirable y superpoblaclión; por lo que hace a la alimentación, la gente se echa a los dientes unas extrañas galletas, apodadas soylents, de diversos colores y cuya patética procedencia no se nos desvelará hasta el final.

Cuando el destino nos alcance teje -nuevo parentesco con Blade Runner- una trama policiaca más o menos convencional y presenta sus mejores secuencias en las apariciones de Edward G. Robinson, sobre todo en la de su plácido y voluntario adiós al mundo.

Confidencias a medianoche se emite a las 18

00 por TVE-2. Cuando el destino nos alcance se emite a las 22.40 por TVE-1.

Si el filme de Fleischer es ingenuo, Confidencias a medianoche, la película de Michael Gordon de esta tarde -una comedieta sentimental cuya espoleta es el teléfono-, es casta, repipi y bobalicona, y emblemáticamente interpretada por Rock Hudson, Doris Day y Tony Randall, a quienes se cepilla en un abrir y cerrar de ojos la veterana y siempre exquisita Thelma Ritter.

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