Anton Nilsson

Los 100 años de un condenado a muerte

No se sabe qué admirar más en este hombre de serena pero firme mirada azul que en 1908 fue condenado a muerte, luego indultado y más tarde liberado, y que acaba de cumplir sus primeros 100 años, si su increíble vitalidad y claridad de raciocinio o su indeclinable convicción de la revolución por la que siempre luchó, portadora de una sociedad mejor y justa. El hombre del Amalthea, como se le conoce en Suecia, no se arrepiente de su vida y ahora se dedica a luchar por la paz y el desarme.

Nacido en 1888, en una pequeña localidad rural al sur de Suecia, en un hogar de campesinos pobres, co...

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No se sabe qué admirar más en este hombre de serena pero firme mirada azul que en 1908 fue condenado a muerte, luego indultado y más tarde liberado, y que acaba de cumplir sus primeros 100 años, si su increíble vitalidad y claridad de raciocinio o su indeclinable convicción de la revolución por la que siempre luchó, portadora de una sociedad mejor y justa. El hombre del Amalthea, como se le conoce en Suecia, no se arrepiente de su vida y ahora se dedica a luchar por la paz y el desarme.

Nacido en 1888, en una pequeña localidad rural al sur de Suecia, en un hogar de campesinos pobres, como todos los de entonces, Anton Nilsson ingresó de lleno en las duras luchas sociales que sacudían el país en los primeros años del siglo.Las transformaciones que no sin traumas iban produciendo el tránsito de la Suecia agrícola y pobre a un país industrializado y de bienestar no fueron siempre pacíficas. Es en un marco social dominado por la unión de Gobiernos y patronos contra las crecientes demandas de los trabajadores cuando el joven Anton Nilsson ingresa en las Juventudes Socialistas de Malmoe, un sector radicalizado del movimiento sindical. En la primavera de 1908 estalló un conflicto en los puertos del Norte que rápidamente se extendió a todo el país. El conflicto afectaba directamente a un punto sensible de la incipiente industria sueca, las exportaciones, por lo que la patronal y el Gobierno decidieron aplastarlo a cualquier precio. Una de las primeras medidas fue la de reclutar rompehuelgas en algunos países vecinos, particularmente entre los parados de Gran Bretaña.

A Malmoe llegaron unos 80 rompehuelgas que fueron alojados en el Amalthea, un barco construido en Alemania, propiedad de un naviero sueco. "Los jóvenes socialistas estábamos muy amargados e indignados por esta situación, y fue entonces cuando yo le propuse a Rosberg, un camarada: 'Si tú fabricas la bomba, yo la coloco'. No era sólo una acción contra los rompehuelgas, sino contra toda la maldita sociedad sueca, en la que una clase superior hacía lo que se le antojaba y los trabajadores estábamos sin trabajo y sin dinero".

En la noche del 12 de julio de 1908 una explosión sacudió la ciudad de Malmoc y un enorme agujero se abrió en el Amalthea, produciendo un muerto y varios heridos. Tras un rápido proceso, Nilsson fue condenado a muerte, pena que le fue conmutada por el rey Gustavo V por cadena perpetua. En 1917, la presión interna e internacional logró una amnistía para Nilsson. Apenas salido de la cárcel logró inscribirse en la escuela de aviación de Ljuribyhed, y un año después regresaba con el certificado correspondiente. La cárcel no lo había quebrado y, atraído por la revolución rusa de 1917, se enroló en el Ejército Rojo.

Hoy, con sus 100 años recién cumplidos, el hombre del Amalthea recibe homenajes de las fuerzas de la izquierda y es respetado por las conservadoras.

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