Tribuna:

En otra encrucijada

El autor, representante de una de las corrientes en que se encuentra escindido el anarquismo español, responde a un artículo de José March, publicado en estas páginas, y analiza lo que denomina discriminación de la CNT, aunque también expone las grandes líneas que separan a ambas tendencias sindicales.

Cargados de razón, sí, pero... ¿quién o quiénes? Porque, sin duda, en todo discurso es necesario saber, para que la luz del sentido pueda alumbrar algo, quién habla, y también por qué y para qué habla. Y en este caso, tales preguntas se suscitan a propósito del artículo de March Jou, publ...

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El autor, representante de una de las corrientes en que se encuentra escindido el anarquismo español, responde a un artículo de José March, publicado en estas páginas, y analiza lo que denomina discriminación de la CNT, aunque también expone las grandes líneas que separan a ambas tendencias sindicales.

Cargados de razón, sí, pero... ¿quién o quiénes? Porque, sin duda, en todo discurso es necesario saber, para que la luz del sentido pueda alumbrar algo, quién habla, y también por qué y para qué habla. Y en este caso, tales preguntas se suscitan a propósito del artículo de March Jou, publicado en EL PAÍS del 10 de junio de 1988, seguramente en nombre de su grupo escindido de CNT.Uno no sale de su asombro al comprobar cómo se rasgan las vestiduras en nombre de la unidad obrera aquellos que llevan cinco y hasta nueve años de práctica divisionista en el mundo del trabajo, sembrando perplejidad y confusión a diestro y siniestro, causando un elevado número de retiradas obreras a los cuarteles de invierno y contribuyendo eficazmente a aumentar ese grado de desconfianza actual de la clase obrera hacia los sindicatos que tanto parecen lamentar ahora.

Pues resulta que los que no respetaron en su día estatutos, congresos, acuerdos de mayoría, etcétera, y tiraron por la calle de en medio para poner en práctica su pequeña filigrana sindical, propia y personalista con nombre ajeno, para desprestigio del sindicalismo, vierten ahora, una a una, sus lágrimas de cocodrilo por la tristeza de unos resultados que ellos mismos contribuyeron a fabricar.

Diagnóstico

El diagnóstico no puede ser otro: o subjetivismo de alta profundidad patológica, o cinismo descarado, o no sabemos qué reconditeces misteriosas puedan ser las causantes de tanta incoherencia.

Pero dejando para más tarde, como es propio, la calificación definitiva que los hechos mismos se encarguen de terminar de definir, vale la pena reparar en ese tono plañidero, llorón y mendicante de quien parece esperar que, tras el síndrome del paraguas, llueva acaso, como un maná, alguna migajita que haga, al menos, hacerse la ilusión de que pueda quizá, medio a hurtadillas, hacerse un poco, tan sólo un poquitín, de espacio al sol para sus apetencias. Y vale la pena reparar en ello por lo que tiene de anticenetista, tanto en el fondo como en el estilo. En éste, por lo que tiene de cerviz doblada y mano extendida palma arriba. En aquél, porque, de acuerdo con el segundo, falsea constantemente las situaciones y los análisis, en razón de que se acomoden formalmente a las situaciones variantes del mendigo.

Hay un análisis duro y profundo que es diáfanamente explicativo de la situación de marginación de la CNT. Este análisis pasa por presentar el régimen de la transición hasta la actualidad vigente como definido por un pragmatismo funcional que se agota en la necesidad de previsión y control desde el poder de cualquier tipo de fenómeno o prefenómeno social, lo que hace presentarse como intolerable cualquier actitud de autarquía e independencia con relación al sistema.

Ello representa la más sofisticada forma del vigente neoliberalismo capitalista, que, con su injerencia directa o refleja en todos los ámbitos de la vida social, parece diseñar la presente democracia como la democracia de los chalanos.

Desde luego que si este totalitarismo democrático, con su voracidad institucionalizante, se consolidara, seguro que no habría aquí espacio regular para la CNT, aunque también es seguro que, si se diera tal consolidación, no iba a ser la CNT la única perjudicada de esa aniquilación real de las libertades.

Éste es el campo de la realidad, el campo del que hay que partir para una auténtica y real defensa de los derechos sindicales de la CNT. -

Pero en este campo no puede entrar March Jou, por que habría de dar un paso vedado para él, que es el que transfiere las cuestiones de lo leguleyo a lo jurídico profundo. Por ello debe contentarse con decir que todos los Gobiernos de la transición han hecho una política propatronal, lo cual, dicho así, en junio de 1988, representa tal solemne banalidad que hasta los niños de la escuela lo tienen, de sabido, olvidado. Y representa, en su paso por CNT, haber hecho un mediocre aprendizaje cenetista el tener que recurrir a Miguel Rodríguez Piñero para hablar camufladamente de la vigencia de un cambalacheo político- sindical con intereses creados de por medio, cuando la CNT viene denunciando ese escándalo en toda clase de tribunas y tribunales, y con toda clase de argumentos, desde el mismísimo Pacto de la Moncloa.

Ataques injustos

Esa misma falsa posición, derivada siempre de la menesterosidad y eventual enfeudamiento a algún protector de turno -lo que más arriba hemos definido como el síndrome del paraguas-, es lo que transparece en la injusticia de la unilateralidad de los ataques de March Jou a la UGT.

¿Es que acaso Comisiones Obreras (CC OO) ha sido en todo, este penoso trayecto una orante dama de la caridad que todo lo dio y a todo renunció por la clase obrera? No sabemos qué se necesitaría, si ceguera, mala fé o un estómago sindicalmente agradecido, para llegar a tal conclusión, aunque sólo sea por la vía de la expresividad del silencio. Porque, una de dos, o en estos 10 años no ha habido deterioro social alguno, o, habiéndolo habido, CC OO (que afirma haber tenido un millón y medio de afiliados en la época del Pacto de la Moncloa) no ha tenido fuerza para evitarlo, o habiendo tenido esa fuerza no ha hecho nada por impedir tal deterioro social.

Otra debilidad argumental derivada de la falsa posición de base: en vez de partir del hecho analítico de que los comités de empresa y el Estatuto del Trabajador no son conquistas de la. clase obrera, sino cadenas para someterla y bridas para dirigirla desde fuera; en vez de defender abierta y profundamente la libertad sindical y las secciones; sindicales de empresa; en vez de atacar el fondo de los procesos electorales sindicales en sí, que es donde se encuentra el verdadero mal, y en vez de deducir de ello la necesidad obrera de un cambio profundo en las relaciones laborales y en el concepto de representatividad; en vez de todo eso, March Jou se contenta. con decir, como crítica balbuciente a unas elecciones que pusieron públicamente de relieve la miseria de su grupo escindido, que la participación en elecciones sólo es grande en las grandes empresas, y que ésta disminuye con la disminución de las. plantillas en las mismas, de le, cual estamos obligados a extraer el argumento tácito de que cuando, por fuerza de la implantación de la tecnología, esas plantillas queden reducidas a la. mínima expresión, la representatividad lograda por las elecciones sería representativa de: los tornillos y de los productos de la industria, pero no de los. hombres del trabajo.

Así que March Jou tendría que venir a decir a los sindicatos mayoritarios beneficiarios de las elecciones: "No seáis arrogantes. y dadnos un poquito de pastel, porque, al cabo, todos vamos a. caber en un pañuelo". De lo qué también tendríamos que deducir, como gran consuelo de este sindicalista, la muerte del sindicalismo como fuerza real, o sea, su conversión en pequeño micropoder de satélite de satélites.

Por otro lado, se puede decir que siempre se. puede sacar partido de cualquier dato objetivo que apuntale nuestras tesis, pero que un hombre que ha sido cenetista. presente como datos reveladores los de la encuesta efectuada por Sigma-2 acerca del gran distanciamiento entre los trabajadores y los aparatos sindicales donde tales aparatos existan, significa que no ha comprendido nunca de verdad la filosofía del anarcosindicalismo.

Es quizá por ello por lo que se mendiga un tercer puesto en u campo donde la mendicidad n sirve, y por lo que se busca, como excipiente edulcorado para ese parto ayudado, la independencia el sindicalismo independiente, añadiendo a ello palabras que suman a un vacío letal, como "con un compromiso profundamente reivindicativo, en un contexto de transformación social".

De un lado, salta a la vista soniquete de insinceridad; de otro, como hemos dicho más arriba, que se habla de una independencia enfeudada de arranque, y de otro, finalmente, y es más grave, que se ofrece el cajón de sastre de independientes como rúbrica final de un testamento liquidatorio del anarcosindicalismo.

El problema de las siglas

Otro punto en el que March Jo debiera ser más prudente es en la alusión abierta o velada al uso de las sentencias de la Audiencia Nacional, Tribunal Constitucional y Tribunal Supremo, de la que la CNT es la beneficiaria, no él, que está denunciado como usurpador de esas siglas.

Como se trata de defender una posición oportunista por sistema, no se pueden encontrar e el artículo de March Jou las razones de fondo de los hechos que se aducen, por lo que obligadamente se presentan desvirtuado y erróneamente valorados. Por ejemplo, los intentos de capitalización de los refrendos de banca y Seat Zona Franca.

Por un lado,se silencia la génesis y el desarrollo de los hechos; por otro lado, se distorsiona políticamente la significación de los mismos. Luchar contra un convenio públicamente pernicioso para los trabajadores en Banca, por vía de referéndum, independientemente de la forma de las actitudes negativas ante él, o luchar por vía de la recogida d firmas en Seat Zona Franca contra un comité desprestigiado, que aumenta su desprestigio con acuerdos manifiestamente injustos para los trabajadores, son causas de antemano ganadas por los hechos mismos, que son en importantes pero que no debe ser desenfocados ni desvirtuado en sus resultados con atribuciones indebidas, y mucho menos montar sobre ello triunfalismos expectativas vanas.

En las vísperas de las última elecciones sindicales en Ensidesa, USO y los escindidos de la CNT promovieron un referémdum contra un acuerdo entre lo sindicatos mayoritarios y la empresa. El referéndum echó abajo tal acuerdo, pero en las elecciones inmediatas Unión Sindical Obrera (USO) salió malparado y la escisión de la CNT perdió único delegado delegado que le quedaba.

Así que el problema es muy otro, pero esto difícilmente puede verlo March Jou desde la situación en que se encuentra.

Finalmente, sí, muy de acuerdo en que la CNT está discriminada, y -añadimos nosotros que está perseguida y que está luchando denodadamente por la defensa de sus señas de identidad y de su autonomía sindica pero, en esta lucha por la liberta y el derecho de la CNT, Mare Jou es una de las piezas antagónicas de los mismos.

es secretario general de la Confederación Nacional de Trabajo (CNT).

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