Cartas al director

Nuevo liberalismo

A propósito del nuevo liberalismo permítame asombrarme de que en ninguno de sus artículos se men cione a su suprema sacerdotisa, la ruso-nortearnerícana Aynd Rand. Esta filósofa y novelista extraordi naria que nos dejó trabajos como El manantial-La rebelión de Atlas, The virtute of selfishness, predijo y explicó hace 25 años los fenómenos sociopolíticos que hoy estamos viviendo: el desastre económico de la ética de a cada cual según su necesidad. No negó la necesidad del Estado, pero explicó por qué su única función aceptable es la de la administración de justicia y la de defensa. La i...

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A propósito del nuevo liberalismo permítame asombrarme de que en ninguno de sus artículos se men cione a su suprema sacerdotisa, la ruso-nortearnerícana Aynd Rand. Esta filósofa y novelista extraordi naria que nos dejó trabajos como El manantial-La rebelión de Atlas, The virtute of selfishness, predijo y explicó hace 25 años los fenómenos sociopolíticos que hoy estamos viviendo: el desastre económico de la ética de a cada cual según su necesidad. No negó la necesidad del Estado, pero explicó por qué su única función aceptable es la de la administración de justicia y la de defensa. La intrusión del Estado en cualquier otra área -producción, cultura, sanidad- es siempre me diocre, cuando no desastrosa. La única razón que justifica su existencia es la de proteger los derechos individuales, para lo cual debe atenerse a leyes objetivas que deben ser conocidas y consentidas por los ciudadanos, de los cuales éstos, los gobernantes, sólo serán agentes, empleados, servidores. Lo contrario, lo que se vive en los países totalitarios, fascistas y comunistas, es la inversión de es tos principios, "el estadio en el cual el Gobierno es libre de hacer lo que quiere, núentras los ciudadanos sólo pueden actuar con permisos; que es el estadio de uno de los períodos más oscuros de la humanidad, el estadio del gobierno de la fuerza bruta". Extraído esto de su artículo De la naturaleza del gobierno. La ética de a cada cual según su capacidad es la única que puede movilizar lo mejor de cada individuo, la moral del interés propio es la única que tiene sentido, puesto que los valores, las elecciones conscientes de lo que nos interesa son individuales, íntimas, personales. Nadie tiene derecho a imponernos valores, a sacrificarnos ante ningún altar. Todos tenernos derecho a disfrutar de nuestras capacidades, de sus frutos; el que debarnos aprender a compartir, esa es otra historia.- Javier Zaldívar.

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