Rocío García de Paadín

Una 'rusa blanca' en las montafias chinas de Kunlun

Cuando Rocío García de Paadín llegó a Pekín, en octubre de 1985, acompañando a su familia en el puesto de su padre para el cargo de agregado de defensa en la Embajada de España en China, no podía imaginar que iba a convertirse, dos años más tarde, en la primera extranjera que protagonizaría un largometraje en China. Rocío, que llegó a a esta aventura cinematográfica por casualidad, encarna una rusa blanca en un episodio histórico que discurre en 1949, durante la guerra civil china entre las tropas de Jiang Jieshi (Chiang Kai-chek) y el Ejército Rojo de Mao Zedong. La película, titulada Los lad...

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Cuando Rocío García de Paadín llegó a Pekín, en octubre de 1985, acompañando a su familia en el puesto de su padre para el cargo de agregado de defensa en la Embajada de España en China, no podía imaginar que iba a convertirse, dos años más tarde, en la primera extranjera que protagonizaría un largometraje en China. Rocío, que llegó a a esta aventura cinematográfica por casualidad, encarna una rusa blanca en un episodio histórico que discurre en 1949, durante la guerra civil china entre las tropas de Jiang Jieshi (Chiang Kai-chek) y el Ejército Rojo de Mao Zedong. La película, titulada Los ladrones y el cisne, tiene previsto su estreno en China a lo largo de este mes.

"Interpreto", dice Rocío, en Pekín, "el papel de una rusa, Tina, casada con un general de Jiang Jieshi, que vive los avatares de la guerra en las montañas de Kunlun, en la región autónoma de Xinjiang, en el noroeste de China".Ante las previsiones de derrota frente al nuevo Ejército de Liberación Popular, el general decide confiar sus tesoros a su ayudante y también a Tina, para que escapen hacia el norte de Pakistán. Pero el ayudante del general se enamora de Tina en una historia de amor y aventuras de esta película del director Wu, que saldrá en las pantallas de China a lo largo de este mes bajo el título de Los ladrones y el cisne.

Rocío llegó a la aventura cinematográfica china por casualidad. "Buscaban una chica occidental entre la colonia extranjera residente en Pekín. Me hicieron unas fotos y unas pruebas y me propusieron el papel", explica Rocío.

Convencer a sus padres no fue fácil para esta española de 20 años, aunque al final claudicaron valorando que la experiencia podía ser útil para un mejor conocimiento de China por parte de Rocío.

El director dio toda clase de garantías a los padres de la muchacha. Incluidas las que prometían evitar todo tipo de peligros. "Nos dijo", recuerda Rocío, "que sustituirían las escenas donde hubiera huidas a caballo por un camello". "Mi padre", añade, "les dijo que no había problemas, puesto que yo sabía ya montar a caballo, pero el director dijo que el problema era que ya habían comprado el camello". Al final las escenas se rodaron con caballos.

"El frío en las montañas de Xinjiang fue una experiencia bastante dura, pues llegamos a rodar hasta con 34 grados bajo cero", explica Rocío. Pero durante los tres meses de rodaje, de noviembre a febrero últimos, Rocío aprovechó para estudiar y practicar el idioma chinomandarín y conocer mejor la realidad de las minorías étnicas, uigures y pastores tibetanos en especial, residentes en esta zona montañosa de Xinjiang, por donde pasó la célebre ruta de la seda.

"Me querían inflar a comer", dice Rocío, "para que aguantara el frío. Yo estaba feliz allí, por que todo el mundo estaba pendiente de mí, sobre todo cuando sufrí un pequeño accidente por una caída del caballo". "Lo más importante para mí fue la experiencia de conocer esta parte de China, tan lejana de Pekín", explica Rocío, añadiendo que de momento no piensa hacer nuevas películas, aunque tampoco lo excluye totalmente. "De mornento", concluye, "espero iniciar mis estudios de Económicas cuando regrese a Madrid con mi familia".

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