Cartas al director

Evolución española

Resido fuera de España desde 1975. Actualmente soy profesor de lengua y literatura españolas en la universidad de Wyoming. Desde lejos he seguido fascinado la evolución española, siendo muchos más los momentos en los que he brindado con buen cava catalán que aquellos otros en los que un amargo café me ha mantenido en angustiosa vigilia, como en los momentos del 23-F.Uno de los primeros signos de cambio seguro en España que percibí fue allá por los últimos años setenta, cuando a mi padre, que precisaba cierta información sobre legislación laboral en España, no se le ocurrió otra cosa que escrib...

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Resido fuera de España desde 1975. Actualmente soy profesor de lengua y literatura españolas en la universidad de Wyoming. Desde lejos he seguido fascinado la evolución española, siendo muchos más los momentos en los que he brindado con buen cava catalán que aquellos otros en los que un amargo café me ha mantenido en angustiosa vigilia, como en los momentos del 23-F.Uno de los primeros signos de cambio seguro en España que percibí fue allá por los últimos años setenta, cuando a mi padre, que precisaba cierta información sobre legislación laboral en España, no se le ocurrió otra cosa que escribir al respecto al entonces secretario general del PSOE, Felipe González. Hubo sorpresa: recibió respuesta. No del señor González, pero sí de su secretaria.

Ignoro si la profesional cortesía del PSOE se mantiene, pero de lo que estoy seguro es que la elemental lógica humana de contestar las cartas no se ha extendido en España. Ya es grave que los españoles seamos (me incluyo) perezosos en contestar cartas personales, pero lo es mucho más el hecho de que las cartas profesionales o que persiguen la cobertura de una necesidad específica de información no se contesten. Vladimir y Estragón tenían muchas más esperanzas de recibir la visita de Godot que las que un investigador, en su oficio de reunir información, tiene de que una editorial de Barcelona o un museo de Madrid le contesten en cuestiones tan simples como son las de averiguar si un determinado libro ha sido publicado por ellos o la de cómo conseguir una reproducción de un cuadro para ilustrar un trabajo de historia, hablando de la cual ni siquiera nos queda el irónico "¡así se escribe!", pues no se escribe.-

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