Tribuna:LOS MADRILES

Félix Pons

El hemiciclo de las Cortes es hoy a la política lo que la plaza de Carabanchel a los toros: una cosa que ni existe ni no existe, una cosa ni abierta ni cerrada, estos/estas Fabio, ay dolor, que ves ahora. De tanto silencio y sombra, de tanta flor en ruinas, emerge el pisito de don Félix Pons, como el ideal inmobiliario de cualquier pareja feliz y democrática. Pero me gusta más la imagen de la plaza de toros. El Don Tancredo, genialmente cantado por Cándido en teatro (y me refiero al don Tancredo original), el dontancredo del Carabanchel parlamentario de hoy es don Félix Pons, que...

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El hemiciclo de las Cortes es hoy a la política lo que la plaza de Carabanchel a los toros: una cosa que ni existe ni no existe, una cosa ni abierta ni cerrada, estos/estas Fabio, ay dolor, que ves ahora. De tanto silencio y sombra, de tanta flor en ruinas, emerge el pisito de don Félix Pons, como el ideal inmobiliario de cualquier pareja feliz y democrática. Pero me gusta más la imagen de la plaza de toros. El Don Tancredo, genialmente cantado por Cándido en teatro (y me refiero al don Tancredo original), el dontancredo del Carabanchel parlamentario de hoy es don Félix Pons, que efectivamente tiene un poco la cara de poste de aquel anti/torero, y que tanta majeza política y tanta ganadería de partidos ha visto ya pasar en tomo a él, sin que le roce un asta ni una espada ni una banderilla.Por eso está ahí don Félix Pons. Don Félix Pons a mí no me parece mal que se haya alicatado un apartamento guapo para su vida intraparlamentaria y la de su familia. Lo que me parece (y esto no se lo reconocen los analistas) es que unas Cortes carabanchelianas necesitaban un Don Tancredo, y lo han encontrado. Sobre Félix Pons pesan tres aureolas que le marcan como incorruptible de la política dontancredista, a saber: el ya citado pisito, lo mal que toreó, desde su estoicismo, el toro de Fidel Castro, que luego le cornearía a placer, metiéndole puros como banderillas, y de la tercera no me acuerdo, como dice Dalí que él es héroe por tres razones, pero que de la tercera no se acuerda.

Lo del piso ha cantado mucho y supone una insolencia mobiliaria sobre los campos de soledad, mustio collado del parlamentarismo español (la oposición no da más juego ni mejor faena, qué le vamos a hacer). Lo de Fidel Castro quedó como muy fuerte, tratándose de un jefe de Estado con quien se abraza Felipe González, y que además va a venir a España muy pronto, entre otras cosas, a rogarle a don Félix Pons que se fume un cohiba del revés, o sea empezando por el fuego (Fidel los saca encen didos). Pero esto no es un libe lo contra don Félix Pons, sino todo lo contrario: hemos encontrado el hombre neutro para unas Cortes neutras, la escultura de la isla de Pascua para unas Cortes que, efectivamente, son la isla de Pascua, por lo variado y desmesurado de los bustos, mayormente. No hay más que mirar la cara de Pons para saber que el parlamentarismo español es un Carabanchel de toreros muertos de pie.

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