Cornelio Sommaruga

Presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja

Desde que el pasado mes de mayo asumiera la presidencia del Comité Internacional de la Cruz Roja, Cornelio Sommaruga, suizo de 55 años, se planteó su labor bajo una triple divisa: constancia, rigor y humildad. Y en verdad este hombre, corpulento y extremadamente simpático, hace gala de sus propósitos con una enorme meticulosidad. Cornelio Sommaruga termina hoy su primera visita oficial a nuestro país, donde se ha entrevistado con los Reyes y con el presidente del Gobierno, Felipe González.

Nació en Roma (Italia), de padres suizos, y cursó estudios en las universidades de París, Roma...

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Desde que el pasado mes de mayo asumiera la presidencia del Comité Internacional de la Cruz Roja, Cornelio Sommaruga, suizo de 55 años, se planteó su labor bajo una triple divisa: constancia, rigor y humildad. Y en verdad este hombre, corpulento y extremadamente simpático, hace gala de sus propósitos con una enorme meticulosidad. Cornelio Sommaruga termina hoy su primera visita oficial a nuestro país, donde se ha entrevistado con los Reyes y con el presidente del Gobierno, Felipe González.

Nació en Roma (Italia), de padres suizos, y cursó estudios en las universidades de París, Roma y Zúrich, ciudad donde obtuvo el título de doctor en Derecho y donde inició su actividad profesional en el sector bancario. En los últimos años ha desempeñado distintos cargos diplomáticos en la Administración suiza, hasta que el pasado 7 de mayo se hizo cargo de la presidencia del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), El CICR es una institución privada con mandato internacional, formada exclusivamente por ciudadanos suizos y fundadora hace 125 años del movimiento de la Cruz Roja, cuya función es, en palabras de su presidente, "ser el intermediario humanitario y neutral para asegurar protección y asistencia a todas aquellas personas afectadas en todos los conflictos internacionales". Para Sommaruga, la exclusiva nacionalidad suiza de sus miembros es, aparte de una tradición histórica, una garantía por la práctica política de neutralidad de su país, que está reconocida internacionalmente.Cornelio Sommaruga es extremadamente exquisito cuando se refiere a la imparcialidad y neutralidad del CICR, aunque reconoce las dificultades para moverse en este terreno "en un mundo tan absolutamente politizado, y sobre todo cuando también se tiende a politizar hasta la ayuda humanitaria".

Para Sommaruga "es evidente que el hambre en el mundo constituye una violación de los derechos del hombre", que se muestra preocupado por la "utilización" que se pretende hacer muchas veces de las personas que se encuentran en esta situación. De los 360 millones de francos suizos (28.800 millones de pesetas) presupuestados para acciones especiales del CICR para este año, 106 (uno 8.500 millones) están destinados a Etiopía. La financiación del CICR por parte de los países firmantes de los convenios de Ginebra es voluntaria y sólo existe una obligación moral por parte de los distintos Gobiernos, que Sommaruga se ocupa "de recordar constantemente".

Es una persona optimista, ya que, afirma, "si no lo fuera no podría trabajar a favor de las víctimas de tantos conflictos que se prolongan en el tiempo". Sommaruga, que reconoce que "le inspira mucho la música", tiene poco tiempo para ocuparse de otras cosas que no sean las labores de la Cruz Roja, pero cuando lo tiene, su máxima afición es su gran familia: mujer, seis hijos y dos nietos.

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