Tribuna:

Hipnosis

Los periódicos dieron cuenta hace unos días de cómo unas lagartonas defraudaron la confianza de unos ejecutivos que habíanlas ligado como si tal cosa. Decían los periódicos, por ejemplo, que uno de los tipos, al despertar dos horas después de los hechos en el hospital, no podía comprender lo sucedido, y que le resultó difícil creer que había sido recogido por la Guardia Civil en la carretera de La Coruña. Lo último que el tipo recordaba era un beso de tomillo que, según el informe policial, resultó más bien un beso de roscón de Reyes, con sorpresa. Al tipo nunca le habían besado así, y ...

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Los periódicos dieron cuenta hace unos días de cómo unas lagartonas defraudaron la confianza de unos ejecutivos que habíanlas ligado como si tal cosa. Decían los periódicos, por ejemplo, que uno de los tipos, al despertar dos horas después de los hechos en el hospital, no podía comprender lo sucedido, y que le resultó difícil creer que había sido recogido por la Guardia Civil en la carretera de La Coruña. Lo último que el tipo recordaba era un beso de tomillo que, según el informe policial, resultó más bien un beso de roscón de Reyes, con sorpresa. Al tipo nunca le habían besado así, y puede asegurar que no lo olvidará mientras viva. Un beso mullido y gaseoso. Y aquello que temblaba al fondo de¡ paladar no era la campanilla, vive Dios, sino una hermosa pieza de narcótico, un Rohipnol capaz dé convertir a un elefante salido en Joaquín Arozamena.Desde luego que ha de ser un trauma que cierres los ojos en pleno éxtasis lingüístico y te despiertes entre dos tricornios: algo así como la representación del castigo a los pecados de la carne en versión de Arrabal y el duque de Ahumada. Era lo único que nos faltaba, que ya no pueda uno ir con confianza ni a los pubs, ni a las discotecas, ni a las salas de bingo, ni a los bares de los hoteles. De nada sirve que se ponga uno el loden, tan respetable. Es, incluso, peor, Y si lleva uno el Rolex, ni te cuento. Cualquier zorrón puede caer sobre uno armado de barbitúricos hasta los dientes y dejarle sin alhajas, sin el vídeo, sin las tarjetas de crédito y con una flojera en lo viril como para dos años de diván.

Porque lo peor de todo ha de ser la merma en la confianza. Sea usted un ejecutivo agresivo bañado en Andros para esto, para que esa zagala que está en la mesa de enfrente y que le mira con ojos lánguidos no resulte ser una conquista, alguien que ha notado que aquí hay un hombre de verdad pidiendo guerra, sino una vulgar choriza, una desvalijadora de pisos y de honras.

Menos mal que detuvieron a esas pájaras antes de que se ligaran a Mario Conde en el Meliá y nos hundieran el Banesto.

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