Tribuna:

Mudanza

Érase que se era un sindicalista leonés que en los remotos tiempos de la premuerte de Franco sindicaleaba de lo lindo desde el caliente y rojo seno de Comisiones Obreras. Velasco, pues así se llamaba nuestro héroe, siguió dándole a la pelea obrera entrada ya la transición, y lo hizo con tal arrojo y tan acendrado empeño que su nombre de desfacedor de entuertos se hizo célebre, y su fama recorrió de punta a cabo la comarca. O sea, que era un líder sindical muy conocido.Ello es que su entrega a la causa le elevó después a más altas misiones, y, así, a nadie chocó que en 1983 saliera elegido alca...

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Érase que se era un sindicalista leonés que en los remotos tiempos de la premuerte de Franco sindicaleaba de lo lindo desde el caliente y rojo seno de Comisiones Obreras. Velasco, pues así se llamaba nuestro héroe, siguió dándole a la pelea obrera entrada ya la transición, y lo hizo con tal arrojo y tan acendrado empeño que su nombre de desfacedor de entuertos se hizo célebre, y su fama recorrió de punta a cabo la comarca. O sea, que era un líder sindical muy conocido.Ello es que su entrega a la causa le elevó después a más altas misiones, y, así, a nadie chocó que en 1983 saliera elegido alcalde de San Andrés del Rabanedo dentro de una lista del PCE. Dedicóse Velasco a municipear con el mismo ardor con el que antes sindicaleara, y en 1987 fue reelegido merecedoramente por mayoría, siempre dentro del PCE y como hombre con sólido pedigrí de izquierda añeja.

Pero hace apenas un mes, y aquí llegamos a la parte portentosa de este cuento, nuestro hombre debió de padecer una palpitación de espíritu, un hipo ideológico, un soponcio biográfico. Porque de la noche a la mañana se despertó con el alma travestida de derechas y se afilió a AP tan ricamente. Grande es el pasmo que ha cundido por doquier en la provincia, pues debido es reconocer que pasar de regidor comunista a regidor de AP es un notable tránsito. Explica Velasco, por su parte, que en los seis años que lleva como alcalde los concejales de AP son quienes más le han ayudado, mientras que los suyos, añade, le han traicionado un tanto. Y al decir esto el hombre pone el dedo en el intríngulis sutil de lo político, pues tal parecería que la política de hoy no consiste ya en programas, partidos o ideologías, sino en carreras personales y éxitos propios. Cuentan las comadres, en fin, que Velasco se contempló en un espejo las ojeras, ayer pardorojizas y hoy azulencas, y que se supo llamado a un destino didáctico, a servir como ejemplo. A convertirse en el símbolo de las infinitas mudanzas espirituales que hoy vivimos, de los muchos y variados transformismos.

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