Tribuna:

Fuguistas

Los fuguistas suelen ser fugitivos sin suerte, que empiezan fugándose para no cumplir primeras penas y acaban encadenados para siempre a condenas vitalicias y a generaciones de guardias civiles que les conducen de juicio en juicio, de condena en condena, de cárcel en cárcel a las que llegan cargados ya con las cadenas del recelo y las vigilancias especiales. Son perdedores que hasta la vejez se juegan cientos de años de cárcel en la ruleta rusa de una fuga imposible.Ahora bien, yo me estoy refiriendo a los fuguistas de a pie, no a los que se fugan en el Concorde con la documentación falsificad...

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Los fuguistas suelen ser fugitivos sin suerte, que empiezan fugándose para no cumplir primeras penas y acaban encadenados para siempre a condenas vitalicias y a generaciones de guardias civiles que les conducen de juicio en juicio, de condena en condena, de cárcel en cárcel a las que llegan cargados ya con las cadenas del recelo y las vigilancias especiales. Son perdedores que hasta la vejez se juegan cientos de años de cárcel en la ruleta rusa de una fuga imposible.Ahora bien, yo me estoy refiriendo a los fuguistas de a pie, no a los que se fugan en el Concorde con la documentación falsificada en papel biblia y aún se permiten el gesto de dejar una carta al señor juez en la que exponen filosofías despegadas: no les merece confianza la justicia. Si no les merece confianza una justicia que les ha permitido escapar tan fácilmente, una de dos, o esos fuguistas de postín tienen firmes convicciones éticas y desprecian las poquedades de la justicia o se limitan a expresar el hastío del señorito ante las insuficiencias del criado. Pero jamás un fuguista de a pie se permitiría escribir una carta diciendo que no cree en la justicia. Pobre de él.

Estafadores, posfascistas y señoritos de presunta delincuencia componen una aristocracia exiliada que empieza a estar lo suficientemente nutrida como para merecer consideración de minoría étnica, y ya no cuento a gánsteres italianos que se fugaron con todas las pólizas de tres pesetas puestas. Al lado de este gold gotha fuguista, los fuguistas de toda la vida son antropología de la perdición y la miseria, carne de tonadilla carcelera y demostración posible de que hay quien nace con estrella y hay quien nace estrellado. A no ser que retomemos el hilo de la funesta doctrina de la lucha de clases y lleguemos a la conclusión de que los ricos se fugan mejor y los pobres no se fugan nunca. Y al que me acuse de ideologizar espuriamente el asunto le remitiré a las estadísticas más oficiales: por cada rico fugado sólo consigue fugarse un 0,000006 por 1.000 de pobres. Y más tarde o más temprano los cogen.

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