Crítica:

Las barbas del vecino

Bajo la estela de los Trueba y Ladoire nacio, en 1981, la película primer largometraje -y, de momento, último- de Alberto Bermejo. Las fórmulas empleadas siguen el patrón de la triunfante Ópera prima, de Trueba, y beben en las fuentes influyentes de Tigres de papel, de Colomo, filme que, sin duda, marcó el camino a seguir para la comedia española joven o gran parte de ella. Vecinos nos presenta de frente a un trío de personajes en conflicto y, detrás de ellos, a todo el vecindario. Idea fácil si se quiere, pero siempre efectiva, la de pintar un mierocosmos cualquiera que d...

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Bajo la estela de los Trueba y Ladoire nacio, en 1981, la película primer largometraje -y, de momento, último- de Alberto Bermejo. Las fórmulas empleadas siguen el patrón de la triunfante Ópera prima, de Trueba, y beben en las fuentes influyentes de Tigres de papel, de Colomo, filme que, sin duda, marcó el camino a seguir para la comedia española joven o gran parte de ella. Vecinos nos presenta de frente a un trío de personajes en conflicto y, detrás de ellos, a todo el vecindario. Idea fácil si se quiere, pero siempre efectiva, la de pintar un mierocosmos cualquiera que dé la dimensión de la humanidad entera. O la humanidad de un momento y un lugar muy concretos: nosotros, años ochenta.Costumbrismo nada estridente y naturalismo sin pretensiones de cuajar moralejas son las armas con que Bermejo edifica su comedia. Se le podrán reprochar ciertos tics de la época y de esa escuela madrileña tan especial, y también diálogo espeso en la segunda mitad del filme, que encalla algo. Pero, nuevamente, la espontaneidad de sus actores (de Resines haciendo de Resines; De la Serna, estupenda; de Boyero, Vivanco, Pardo ... ) y su directa refracción a nuestros demonios cotidianos alcanzan funcionalidad total, y gustosos damos a Vecinos su aprobado.

Vecinos, hoy, a las 22

00, por TVE-2.

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