Precauciones en París

Es difícil imaginar que una bomba como la colocada en el Hipercor de Barcelona pudiera producir tantas víctimas en París, ciudad abatida en 1986 por dos olas de atentados, que provocaron una veintena de víctimas mortales y un centenar de heridos.La vigilancia en los locales públicos y la rigidez de las normas de seguridad han ahorrado un buen número de vidas a los habitantes de París, habituados a denunciar los bultos sospechosos, a someterse a severos registros en la entrada de los restaurantes, cines o tiendas, a desalojar grandes almacenes cuando se han producido amenazas o a pasar continua...

Es difícil imaginar que una bomba como la colocada en el Hipercor de Barcelona pudiera producir tantas víctimas en París, ciudad abatida en 1986 por dos olas de atentados, que provocaron una veintena de víctimas mortales y un centenar de heridos.La vigilancia en los locales públicos y la rigidez de las normas de seguridad han ahorrado un buen número de vidas a los habitantes de París, habituados a denunciar los bultos sospechosos, a someterse a severos registros en la entrada de los restaurantes, cines o tiendas, a desalojar grandes almacenes cuando se han producido amenazas o a pasar continuamente bajo arcos de detección de metales.

El conjunto de medidas de seguridad sólo se ha aplicado en todo su rigor durante las ofensivas terroristas, acompañadas normalmente de sucesivas amenazas y reivindicaciones telefónicas o escritas por parte de los terroristas, concretamente, del Comité de Solidaridad con los Presos Políticos Árabes y de Oriente Próximo.

Pero incluso en épocas de mayor placidez son habituales un cierto tipo de controles. Los escolares, por ejemplo, reciben un pequeño entrenamiento de desalojo ordenado de sus centros, que se pone a prueba sin aviso previo dos veces durante el curso escolar.

Prácticas del mismo tipo se efectúan en algunos centros oficiales y establecimientos comerciales.