Íñigo Echenique y Rafael Montero

Diseñadores de barcos y trenes

Rafael Montero es cordobés, tiene 46 años, perito industrial que en los años sesenta descubrió en España la palabra mágica "diseño industrial". Iñigo Echenique, de Vigo, 29 años, ingeniero naval, navega desde los nueve años y piensa que la técnica también es belleza. Uno diseña trenes y el otro barcos, no de juguete. Los dos ejercen y disfrutan con una profesión minoritaria que dibuja el movimiento.

Viajar es volver a ser niño. Rafael Montero recuerda la frase adjudicada a algún pensador para explicar la atracción en todas las edades por los trenes. Este autodidacta que diseña trene...

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Rafael Montero es cordobés, tiene 46 años, perito industrial que en los años sesenta descubrió en España la palabra mágica "diseño industrial". Iñigo Echenique, de Vigo, 29 años, ingeniero naval, navega desde los nueve años y piensa que la técnica también es belleza. Uno diseña trenes y el otro barcos, no de juguete. Los dos ejercen y disfrutan con una profesión minoritaria que dibuja el movimiento.

Viajar es volver a ser niño. Rafael Montero recuerda la frase adjudicada a algún pensador para explicar la atracción en todas las edades por los trenes. Este autodidacta que diseña trenes porque era la única manera de analizar toda una "arquitectura en movimiento", es un decidido partidario del ferrocarril como medio ideal de transporte en la actualidad y no permite que la nostalgia cierre el paso al progreso.Trabaja en Talgo desde 1964. Ha diseñado los trenes Talgo de gran clase que incorporan, por primera vez en Europa, una ducha y un retrete en la misma cabina, y los coches camas con ducha y lavabo. También ha realizado la serie 2.000 para el Metro de Madrid, que circulan en algunas líneas, y otro tipo de vagones para el Metro de Barcelona. Montero aplica a sus diseños la prefabricación modular de poliéster reforzado, su definitiva aportación a los interiores de los vagones, formados por elementos que luchan por el espacio.

Es un constructor racionalista, que se detiene en las formas y busca la economía del producto, sobre todo cuando se trata de un uso público, como los trenes. Tiene gran empeño en introducir el diseño en el acabado de los vagones y afirma que para conseguirlo hay que hacer un gran esfuerzo para imponer las innovaciones, que son las que más agradece el usuario. Es partidario de las soluciones posibles y lógicas frente a las meramente estéticas.

Lo bueno para el ojo es bueno para la mar. Íñigo Echenique dice este aforismo marinero para destacar que, en el diseño de barcos, la belleza va unida a la funcionalidad. "La mar se carga lo que no es práctico",dice. Desde hace cinco años, Íñigo Echenique, junto con José Luis Angoso, trabaja en ingeniería naval y diseño de yates. Ya ha realizado 14 proyectos de embarcaciones de vela y motor. Como proyecto fin de carrera puede realizar ahora el de un "12 metros clase internacional", un complejo barco de vela como los que participan en la Copa de América. También diseña un catamarán con hidrofoil a vela.

El proceso de diseño de un barco de vela pasa por el plano de formas, la curva de estabilidad, el plano vélico, de interior y cubierta, quilla, timón, aparejos y un rico vocabulario técnico y, marinero, pero también es fundamental haber navegado y conocer la vida a bordo. Echenique vive en Madrid pero se escapa para navegar por el Mediterráneo, participa en cruceros, y regatas y traslada sus experiencias al diseño.

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