Herido de bala un farmacéutico, en el primer atraco en sus 46 años de profesión

Ángel Gago Vicente, farmacéutico, de 68 años de edad, se encuentra internado en la unidad de vigilancia intensiva del hospital Clínico de Madrid tras recibir un balazo disparado por un joven, de unos 16 o 17 años, moreno y de escasa estatura, que intentó atracar la farmacia del herido, situada en el paseo de Extremadura, 40, aproximadamente a las 20.45 horas del sábado. Angel Gago es un hombre muy conocido y apreciado en el barrio -regenta la farmacia desde 1941- y por ese motivo se había mostrado siempre reacio a adoptar demasiadas medidas de seguridad.

Federico Gago, uno de sus cuatro...

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Ángel Gago Vicente, farmacéutico, de 68 años de edad, se encuentra internado en la unidad de vigilancia intensiva del hospital Clínico de Madrid tras recibir un balazo disparado por un joven, de unos 16 o 17 años, moreno y de escasa estatura, que intentó atracar la farmacia del herido, situada en el paseo de Extremadura, 40, aproximadamente a las 20.45 horas del sábado. Angel Gago es un hombre muy conocido y apreciado en el barrio -regenta la farmacia desde 1941- y por ese motivo se había mostrado siempre reacio a adoptar demasiadas medidas de seguridad.

Federico Gago, uno de sus cuatro hijos, también farmacéutico, se encontraba en el local cuando ocurrieron los hechos, aunque no fue testigo directo de los mismos porque estaba en el laboratorio, en la parte trasera del local."El sábado, poco antes del atraco, estaba comentando con mi padre lo larga que se me estaba haciendo la guardia del día. Mi padre me dijo que, ya quedaba poco para cerrar -la farmacia cerraba a las 10 de la noche-. Me fui al laboratorio y de repente escuché voces extrañas. Cuando iba a salir del laboratorio", añade, "oí un disparo. Me quedé un segundo paralizado, y cuando reaccioné y llegué a la parte delantera del local vi a dos personas que huían corriendo. Los vi ya de espaldas, por lo que no podría reconocerlos".

"Mi padre estaba caído en el suelo y no pude apreciar que estuviera herido. En seguida entraron algunos vecinos del barrio y yo llamé a la policía. Mi padre conservaba la consciencia y la entereza de ánimo. La policía me hacía preguntas sobre cómo habían ocurrido los hechos, yo se las preguntaba a mi padre y él iba contestando. Fueron dos jóvenes, de unos 16 o 17 años. Uno tenía una pistola. Entraron al grito de esto es un atraco. Mi padre no se arredró, les hizo frente y le dispararon. Luego me enteré que había un tercer hombre al volante de un coche (un Seat 131, matrícula M-9943 AZ, según la información de la Jefatura Superior de Policía)".

"Un vecino llevó a mi padre al hospital Clínico. Ya sabíamos entonces que estaba malherido. La bala había atravesado el cinturón y la ropa y la tenía incrustada en el abdomen. Cuando acabó la operación quirúrgica, el cirujano nos dijo que el intestino estaba perforado por tres sitios. Mi padre, antes de entrar al quirófano, les había advertido que padecía del corazón". La policía encontró en el local un casquillo de bala del calibre 38. Los atracadores huyeron sin apoderarse de nada.

Muy grave

Ayer, Ángel Gago seguía en la UVI del hospital Clínico. Su estado es muy grave. Los médicos esperan a que pase un día o dos para observar si se presenta alguna infección, que podría tener consecuencias funestas.La farmacia es la decana de todo el paseo de Extremadura. Lleva abierta desde el 21 de enero de 1941, y nunca había sufrido ningún atraco. "Tanto mi padre como yo", añade el hijo de la víctima, "hemos pensado siempre que la de farmacéutico es una profesión vocacional, que requiere conocer a los pacientes y establecer una comunicación con ellos. Por eso, y por el hecho de que llevamos 46 años en el barrio -la familia vive en una calle cercana al local- sin haber tenido ninguna experiencia amarga, y por sentirnos arropados por la gente, hemos sido siempre muy reacios a adoptar medidas de seguridad".

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"Hace unos años", recuerda Federico Gago, "pusimos un cierre en la puerta y una reja, porque todas las farmacias del paseo de Extremadura han sido atracadas varias veces, pero no nos gustaría tener que atender a la gente desde detrás de una especie de trinchera".

Ángel Gago, explica su hijo Federico, estuvo profundamente commocionado por la muerte del farmacéutico Agustín Braulio Arce, el 31 de enero, en el transcurso de otro atraco. "Pero no estaba de acuerdo con aquella idea de que los farmacéuticos tuvieran armas. Mi padre es cazador, y conoce el manejo de las armas, pero siempre dijo que él no tendría ninguna en la tienda".

Reunión del colegio oficial

La familia recibió ayer la llamada del secretario técnico del Colegio Oficial de Farmaceúticos. Hoy se reunirán con directivos del Colegio para relatar más detalladamente lo sucedido y para estudiar las posibles medidas a adoptar.El domingo, un pequeño cartel sujeto a la puerta de la farmacia advertía: "Esta farmacia ha sido atracada durante el servicio de urgencia del sábado. Don Ángel permanece hospitalizado tras ser herido por arma de fuego. La farmacia permanecerá cerrada hasta nuevo aviso. Disculpen las molestias".

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