Cartas al director

Hasta las narices

No tengo un abuelo que me cuente sus batallitas en la guerra civil, pero sí me toca soportar a una de las generaciones más pelmas de los últimos tiempos.Hasta las narices de esa generación hinchada y autocomplaciente, toda ella militante en el 68, toda ella que adoraba a los Beatles y era hippy; toda ella opuesta frontalmente al régimen, toda ella reconvertida en activos y eficientes ejecutivos posmodernos, que no sabe hacer otra cosa que vestir Domínguez y hablar todo el día de sí misma.

A mí esto me tendría sin cuidado si no fuera porque nos hacen tragar a todos sus batallistas...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

No tengo un abuelo que me cuente sus batallitas en la guerra civil, pero sí me toca soportar a una de las generaciones más pelmas de los últimos tiempos.Hasta las narices de esa generación hinchada y autocomplaciente, toda ella militante en el 68, toda ella que adoraba a los Beatles y era hippy; toda ella opuesta frontalmente al régimen, toda ella reconvertida en activos y eficientes ejecutivos posmodernos, que no sabe hacer otra cosa que vestir Domínguez y hablar todo el día de sí misma.

A mí esto me tendría sin cuidado si no fuera porque nos hacen tragar a todos sus batallistas; y es que controlan la cultura, la información, la política; y si meto en un mismo saco a Rosa Montero, al PSOE, a las películas de Woody Allen, Adolfo Marsillach y su Yo me bajo en la próxima..., a las lecturas suramericanas, quizá exagero, pero por ahí van los tiros. Pero además de autocomplaciente es, como he señalado, hinchada.

Es como los mastodontes, que no ven más allá de su panza, o como el PSOE, que agota su concepto de política (y para más recochineo, de izquierda) en los límites de sus siglas.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Esa generación se come a la juventud diciendo "nosotros, los del 68, éramos los verdaderos jóvenes, los inconformistas...", y al tiempo de esta afirmación niegan la entrada en la sociedad a esta falsa juventud. Esa generación se come a sus antecesores diciendo "hay que superar las dos Espaflas, hay que superar la tragedia de la guerra", y al tiempo de esta afirmación, cada vez se apresura más a esquinar a los viejos.

Y esa generación es, a su vez, la de la edad, mediana (los tres millones de parados ¿pertenecen a esa generación?), así que se cree joven, madura y cimera, y no sólo cree representar a la sociedad, sino que cree encarnarla. ¿Qué somos entonces los demás? Cuando lo de las revueltas estudiantiles, todos decían: "¡Bah!, un 68 descafeinado, o light, y es que, pobres de nosotros, nos ha comido el coco tanto la ideología de esa generación, que no sabemos expresarnos más que como ellos. Pero esto es forma, y se ve influenciada por lo viejo (Lenin), pero el fondo es lo suficientemente inconformista (concédasenos) como para decir: "¡Iros por ahí con vuestras patrañas!".- Fernando Cristóbal.

Archivado En