Tribuna:

Navidad

La abuela vestía un traje de tafetán a capas con el que parecía una alcachofa, tía Marina iba alicatada hasta el pecho en pedrería y tío Damián contaba chistes muy antiguos mientras descorchaba amorosamente una botella. La pequeña Merche se sentó en una plasta de polvorones que Juanito había estado untando en el asiento, y, como la falda era nueva, se echó a llorar desconsolada. Abuela-alcachofa, que es una glotona, refunfuñó que qué pasaba con la cena, y tía Dorita, muy arrebolada, contó que el horno no funcionaba bien y que al capón le faltaba aún un buen rato, a lo cual la abuela contestó c...

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La abuela vestía un traje de tafetán a capas con el que parecía una alcachofa, tía Marina iba alicatada hasta el pecho en pedrería y tío Damián contaba chistes muy antiguos mientras descorchaba amorosamente una botella. La pequeña Merche se sentó en una plasta de polvorones que Juanito había estado untando en el asiento, y, como la falda era nueva, se echó a llorar desconsolada. Abuela-alcachofa, que es una glotona, refunfuñó que qué pasaba con la cena, y tía Dorita, muy arrebolada, contó que el horno no funcionaba bien y que al capón le faltaba aún un buen rato, a lo cual la abuela contestó con una pedorreta desdeñosa y un maligno fru-fru de tafetanes. Entonces llegaron tía Julia, Jorge y los gemelos, con una tableta de turrón que entregaron con gran ostentación a tía Dorita, quien dijo que para traer eso no hacía falta que se hubieran molestado. Tío Bernardo cató el clarete calurosamente recomendado por tío Damián y comentó que no era ni mucho menos para tanto, y tío Damián, por su parte, opinó que Bernardo no tenía ni puñetera idea. Juanito aulló desde algún lugar remoto de la casa, y tía Marina le rescató de la ducha, en donde le habían metido vestido los gemelos. Jorge trajo al comedor a tía-abuela Angelina, porque la pobre imagina que por el vestíbulo de la casa pasan coches y no se atreve a cruzar el pasillo si no es con alguien que le ayude a sortear el tráfico. Tío Bernardo le dijo a tío Damián que ya desde pequeño había sido un ser insoportable, y tío Damián le arreó un papirotazo con el Abc del domingo. Entonces llegó la tía-abuela Laura, teñida de rubio y con un señor maduro al que presentó como su novio. La abuela jadeó, a Dorita se le cayó el capón de la bandeja y tía Julia se escandalizó y les echó de casa. Entonces abuela-alcachofa fingió un desmayo, tío Bernardo se fue a la cocina a comer jamón, los gemelos le bajaron las bragas a Merche, tía-abuela Angelína se puso a hacer autoestop en la puerta del comedor y tío Damián encendió un cigarrillo aunque llevaba 38 días sin fumar. Son unas fiestas entrañables.

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