El duelo vasco, para el Cajabilbao

Sobre la madera de La Casilla quedó impreso el signo de los Llorente. Toñín, el segundo de la zona, circuló como un expreso y condujo al Cajabilbao a la victoria. Cuando todos los jugadores se mostraban demudados por la tensión y el cansancio, Llorente corría, saltaba, animaba, se enfadaba y peleaba como un poseso por el pelotón. De nada le valió al Caja de Álava que controlara a los dos norteamericanos rivales y que pusiera en evidencia las dificultades bilbaínas con los tiros lejanos. Inútil tarea: el expreso arrolló al quinteto de Laso y casi colocó al Cajabilbao en la A-1.Laso y Figueroa b...

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Sobre la madera de La Casilla quedó impreso el signo de los Llorente. Toñín, el segundo de la zona, circuló como un expreso y condujo al Cajabilbao a la victoria. Cuando todos los jugadores se mostraban demudados por la tensión y el cansancio, Llorente corría, saltaba, animaba, se enfadaba y peleaba como un poseso por el pelotón. De nada le valió al Caja de Álava que controlara a los dos norteamericanos rivales y que pusiera en evidencia las dificultades bilbaínas con los tiros lejanos. Inútil tarea: el expreso arrolló al quinteto de Laso y casi colocó al Cajabilbao en la A-1.Laso y Figueroa buscaron los flancos débiles del equipo rival. El Caja de Álava se aplicó en una defensa individual que vigilaba especialmente los movimientos de Kopicki y Lockhart. La estrategia tenía comofin dejar la responsabilidad ofensiva de los bilbaínos en manos de Llorente, Davalillo y Llano, que no se distinguen por su precisión en el tiro exterior. Pero el arrojo de Llorente sirvió, a pesar de que el Caja de Álava tuvo ventaja en la segunda parte y que el Cajabilbao jugó al final sin Kopicki.

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