Cartas al director

La prueba del espejo

Cualquier objeto y, por extensión, cualquier situación que se coloque delante de un espejo sufre una al teración que puede dar lugar a confusiones, en muchos casos portadoras de interesantes conse cuencias. 1El espejo crea una ilusión de realidad invertida que sólo puede corregirse mediante un ejercicio de imaginación. Por ejemplo, una de las alteraciones más perceptibles en la imagen de cualquiera que se coloque ante una de estas mágicas superficies es el intercambio de lo que está en un lado con lo que se encuentra en el otro: la izquierda pasa a ocupar el lugar de la derecha, el Este el lu...

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Cualquier objeto y, por extensión, cualquier situación que se coloque delante de un espejo sufre una al teración que puede dar lugar a confusiones, en muchos casos portadoras de interesantes conse cuencias. 1El espejo crea una ilusión de realidad invertida que sólo puede corregirse mediante un ejercicio de imaginación. Por ejemplo, una de las alteraciones más perceptibles en la imagen de cualquiera que se coloque ante una de estas mágicas superficies es el intercambio de lo que está en un lado con lo que se encuentra en el otro: la izquierda pasa a ocupar el lugar de la derecha, el Este el lugar del Oeste, y viceversa.

Mediante un simple juego de fantasía podemos atravesar el cristal y superponernos a la imagen reflejada. De esta manera todo vuelve a ocupar el lugar que le corresponde; la derecha y la izquierda vuelven a ser la derecha y la izquierda, el Oeste y el Este recuperan su lugar.

El narcisismo y la autocorriplacencia siempre han estado muy ligados a los espejos. A pesar de sus trágicas resonancias mitológicas, esta pasión contemplativa de uno mismo no tiene por qué ser furtesta si se posee una mínima dosis de imaginación -que es lo mismo que decir un poco de sentido del humor-; penetrando en el espejo se puede al mismo tiempo desentrañar su misterio y eliminar la peligrosa confusión entre el objeto, real y su reflejo. Pero, lamentablemente, la imaginación no suele contarse entre las virtudes de los políticos.-

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(Nota para los linotipistas de EL PAÍS: rogamos reproduzcan esta carta al revés, a fin de que sus lectores, que sí tienen imaginación, se sirvan de un espejo para leerla.)

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