Tribuna:

11%

Avisé en su día, no porque sea sabio, sino porque se llega a saber más por viejo que por sabio y contempla mejor el accidente el mirón distanciado que el atropellado. Dije que íbamos a hacer el ridículo regateando cuatro soldados americanos más o menos y que el mundo occidental entero se asombraría de nuestra incivilizada tacañería, Para cuatro soldados americanos más o menos, lo mejor era echar el resto y exclamar: ¡que se queden todos!, y pagar la primera ronda de ginger ale con catsup.

Pero no. Tozudamente, el Gobierno ha puesto frente a frente a un hombre tan alto como...

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Avisé en su día, no porque sea sabio, sino porque se llega a saber más por viejo que por sabio y contempla mejor el accidente el mirón distanciado que el atropellado. Dije que íbamos a hacer el ridículo regateando cuatro soldados americanos más o menos y que el mundo occidental entero se asombraría de nuestra incivilizada tacañería, Para cuatro soldados americanos más o menos, lo mejor era echar el resto y exclamar: ¡que se queden todos!, y pagar la primera ronda de ginger ale con catsup.

Pero no. Tozudamente, el Gobierno ha puesto frente a frente a un hombre tan alto como Enders y a otro tan prestigioso y respetable como Máximo Cajal para que se pongan a discutir los sargentos americanos con los dedos. Y aún hay fotógrafos para el acontecimiento. Y primeras páginas de los diarios. Y es que somos como niños que no queremos aceptar las evidencias. Si los americanos empiezan el chalaneo situándose en el 10% de reducción de sus tropas en Torrejón de Ardoz, pues ya está todo dicho. Han empezado a la baja, pero dificultando cualquier posible alta presentable corno una victoria de la astucia atlantista de la fracción atlantista del Gobierno.

¿Qué vamos a hacer ahora?

Oiga, si nosotros pensábamos que en Torrejón se trataba del 100%, y les dejábamos Rota para que se curen los aviones heridos de regreso de bombardear Libia, y Zaragoza para que los bombardeadores puedan repostar la gasolina de sus mecheros. El elevado Enders no se da por aludido y pone sobre el tapete su primera carta del 10% que condiciona la jugada. Un tío tan alto y tan chulo no sale con esa carta por simple provocación. Un, tío tan alto y tan chulo pisa fuerte. Y a lo sumo se le podrá oponer un 12% y, tras horas y horas de negociación, saludar el 11% como el consagrado triunfo del ni la tuya ni la mía. Para ese viaje no llene las alforjas demasiado, señor Cajal. Proponga a su ministro, y que su ministro lo proponga al jefe de Gobierno y éste al jefe del Imperio, que todo quede en un 11%. Y a celebrarlo con un vaso de gaseosa.

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