TOUR DE FRANCIA

Lemond reduce en más de cuatro minutos su diferencia con su jefe de filas, Hinault

ENVIADO ESPECIAL, El francés Hinault volvió a atacar ayer, en el trazado más duro de los Pirineos. De su trabajo, se benefició su compañero de equipo el norteamericano Lemond, que ganó la etapa y aumentó la diferencia con sus seguidores. Hinault, que sigue de líder, vio reducida su ventaja respecto a su compañero de equipo en 4.39 minutos, pero hizo trabajar de firme al escocés Millar, al colombiano Herrera y al suizo Zimmermann. Delgado corrió a su aire, pasó a Hinault cerca de la meta, fue décimo en la etapa y ahora es quinto en la clasificación general, en la que le rebasó Millar; Pino fue ...

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ENVIADO ESPECIAL, El francés Hinault volvió a atacar ayer, en el trazado más duro de los Pirineos. De su trabajo, se benefició su compañero de equipo el norteamericano Lemond, que ganó la etapa y aumentó la diferencia con sus seguidores. Hinault, que sigue de líder, vio reducida su ventaja respecto a su compañero de equipo en 4.39 minutos, pero hizo trabajar de firme al escocés Millar, al colombiano Herrera y al suizo Zimmermann. Delgado corrió a su aire, pasó a Hinault cerca de la meta, fue décimo en la etapa y ahora es quinto en la clasificación general, en la que le rebasó Millar; Pino fue octavo, y el francés Fignon no salió oficialmente a causa de la fiebre.

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Los Pirineos se acabaron ayer con una etapa durísima, cuya meta estaba en la cima de Superbagnères, cuya ascensión llegó después de otro puerto de categoría especial, el Tourmalet, y dos de primera. La Vie Claire, al igual que el día anterior, fue el único equipo que atacó, a pesar de que tiene a sus dos mejores corredores situados a la cabeza de la clasificación general. Y precisamente el que inició la ofensiva fue Hinault, el líder. La situación era inexplicable.El ataque de Hinault no se basó en la fuerza, sino en la temeridad. Había subido el. Tourmalet en un reducido grupo de elite -delante se encontraba escapado su compatriota Arnaud- en el que no iba Delgado. Fue en la bajada, de 18 kilómetros, donde Hinault cobró dos minutos de ventaja sobre los hombres de atrás, que eran precisamente los más inmediatos rivales que le quedaban después de la etapa del día anterior. No se podía entender que Hinault quisiera ser más líder a costa de jugarse la vida en un descenso espeluznante, en el que ir más rápido que los demás era cuestión de retar a la muerte.

Con dos puertos de primera categoría a continuación, el Aspin y el Peyresourde, los de atrás vieron posible la neutralización y comenzaron a trabajar en ello. No podían, dejar escapar al líder porque Millar, Zimmermann y Herrera le tienen a tiro, habida cuenta de que todavía faltan los Alpes. Los tres iban en la persecución, junto con Lemond, pero éste no contaba por ser compañero de equipo de Hinault y porque, luego se vio, se estaba trabajando para él. Delgado no había caído en la trampa e iba en un grupo posterior, más rezagado, pero también más tranquilo y que no se empleaba a fondo.

El grupo cogió a Hinault muy poco antes de que se iniciara el último puerto, el terrible Superbagnéres, mucho más duro que el Tourmalet porque, además de su mayor pendiente, al final esperaba la meta. Lemond se acercó a Hinault. Hablaron. También estaba Hampsten, un gregario del equipo. Al momento, Hinault fue perdiendo metros.

Nueva operación

Una nueva operación estaba en marcha por parte de La Vie Claire. Hinault había trabajado Para Lemond, que a partir de entonces contó con la ayuda de Hampsten, pero no había arrojado la toalla. Él subiría detrás, con otro gregario que le gustaba, Ruttimann, pero lo haría a su ritmo. El liderato estaba asegurado para el equipo. Por delante, Lemond, que, siendo el más fresco del grupo, podría poner minutos de diferencia a sus compañeros de escapada; por detrás, Hinault, subiendo con esfuerzo, pero también con la tranquilidad de sus cinco minutos de ventaja en la general. Sólo tenía que aguantar un poco para seguir siendo jefe de filas. Ahora vienen tres días tranquilos en los que se podrá recuperar del esfuerzo antes de afrontar los Alpes. Y, si allí falla, Lemond, gracias al día de ayer, está en buena situación para aceptar la responsabilidad de ser el líder de La Vie Claire.

Lo de ayer había sido una trampa para desgastar a rivales que pueden resultar incómodos a Hinault o a Lemond. Fignon ya no está, pero Millar y Zimmermann reiteran su fortaleza en la montaña, mientras que la de Herrera es incuestionable, y Delga do pone en juego, ante todo, su inteligencia.

Delgado pedaleó ayer a la es pera. Igual que el día anterior, tenía un presentimiento: que Hinault no atacaría para favorecerse a sí mismo. Cuando le vio partir, quiso irse tras él por sí acaso pero quedaba mucha etapa. Midió sus fuerzas y no quiso des gastarlas. Prefirió mantenerse a una prudente distancia: "No quería coger una pájara que me descaritara del Tour. Cuando me dijeron que estaba a cinco minutos de él, me preocupé y tuve alguna dificultad para que no aumentara la diferencia. Sin embargo, al comenzar la subida de Superbagnères, me vi fuerte y ataqué".

Delgado es, pese a la reacción ayer de Pino, el único español que conserva intactas sus aspiraciones. Fueron los únicos que apenas cedieron tiempo. Lejarreta y Cabestany se hundieron más. Tres españoles abandonaron: Sarrapio, ganador de una etapa, Gutiérrez y Arenas.

¿Un americano en París?

Hinault, desaparecido Fignon -ganador del Tour en 1983 y 1984-, ya no tendría, según los pronósticos realizados antes de que comenzara la ronda francesa, ningún rival para imponerse en el Tour 86 y establecer así el récord de victorias de la prueba, seis. Cinco tienen Anquetil y Merckx. Pero Hinault cuenta en su propio equipo con un hombre, el norteamericano Greg Lemond, con condiciones para impedir que se haga realidad su deseo.Lemond, de 25 años, es estadounidense, pero se formó como ciclista en Bélgica, a donde llegó para intentar la aventura. Condiciones tenía, porque había demostrado valer después de ganar el campeonato mundial júnior en 1979. Cyrille Guimard se lo llevó al Renault, donde estaba Hinault, y le hizo profesional. Ahora Guimard y Lemond se encuentran muy distanciados en la vida particular y personal. Guimard dirige el Système U y todavía acusa al corredor de un incumplimiento de contrato anterior.

Los éxitos continuaron para Lemond. En 1982 ganó el Tour del Porvenir y fue subcampeón mundial, y al año siguiente, campeón. Ese año corrió la Vuelta a España y abandonó. La pasada temporada consiguió su primera victoria en el Tour, en una contra reloj individual. Ayer logró la segunda. Cada vez está más cerca del jersei amarillo. Su triunfo no se descarta porque ya lo dijo el propio Hinault: "Si veo que no puedo ganar el Tour, seré el primero en trabajar para Lemond".

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