Tribuna:MUNDOBASKET 86

Frescura

Antonio Díaz Miguel se quejaba, el día siguiente a la derrota ante Brasil, de que los jugadores llegaban a sus manos sin la frescura necesaria para afrontar una preparación y un campeonato con el equipo nacional. "El único que está fresco aquí soy yo", son palabras textuales suyas. Es de suponer que estas declaraciones no esconden ningún reproche hacia los jugadores, sino que exponen una situación real.Después de 11 meses ininterrumpidos jugando -cerca de 90 partidos y muchas horas de entrenamiento- es lógico que el jugador no responda a los estímulos como lo haría en diciembre o febrero. Esto...

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Antonio Díaz Miguel se quejaba, el día siguiente a la derrota ante Brasil, de que los jugadores llegaban a sus manos sin la frescura necesaria para afrontar una preparación y un campeonato con el equipo nacional. "El único que está fresco aquí soy yo", son palabras textuales suyas. Es de suponer que estas declaraciones no esconden ningún reproche hacia los jugadores, sino que exponen una situación real.Después de 11 meses ininterrumpidos jugando -cerca de 90 partidos y muchas horas de entrenamiento- es lógico que el jugador no responda a los estímulos como lo haría en diciembre o febrero. Esto, sin contar con que la mayoría de los componentes del equipo nacional pertenecen a él desde hace unos cuantos años.

Los estadounidenses, que, además de hacer excursiones al golfo de Sirte, saben bastante de deporte, limítan sus grandes competiciones a siete u ocho meses como máximo. Desconozco la existencia de alguna modalidad en que empiecen a entrenarse a primeros de agosto y a mediados de julio del año siguiente sigan jugando sin haber descansado una semana seguida.

Los clubes se quejan de tener que ceder a sus jugadores más importantes durante dos meses, con el consiguiente perjuicio a sus economías. El seleccionador opina que cinco semanas -tiempo acordado entre la federación y los equipos- es poco tiempo para preparar adecuadamente una competición. La FIBA coloca un Mundial en pleno mes de julio. La asociación de clubes fija el comienzo de la Liga a principios de septiembre. Entre este mare mágnum de fechas, el jugador es un mero comparsa al que se le estira como si fuese un chicle. Pero los chicles también se rompen. La plaga de lesiones sufridas por los componentes de la selección en los últimos años tiene una clara explicación en el excesivo esfuerzo al que se ven sometidos los jugadores.

Otro problema derivado de esto, y que también afecta a yugoslavos e italianos, es que, debido a la sucesión ininterrumpida de competiciones, llega un momento en que el jugador no las diferencia. Las ligas, copas europeas o campeonatos de selecciones nacionales se encadenan o superponen sin dar tiempo a una mentalización específica para cada una de ellas.

La solución no es, ni mucho menos, clara. La compresión del calendario, dando por lo menos dos meses de descanso a los jugadores, cuenta con muchas trabas. La costumbre creada a lo largo de muchos años no favorece la posible proliferación de partidos entre semana. Hay que contar también con la actual estructura de competiciones, tanto nacional -excesivos equipos en la Primera División- como internacional -Recopa, los martes; Copa Korac, los miércoles, y Copa de Europa, los jueves-, que no facilita la posible solución.

Ante su difícil resolución, el seleccionador no tiene otro remedio que asumir este hecho, incorporándolo a sus planteamientos como una realidad más.

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