Tribuna:MÉXICO 86

El bombo y la 'botuctido'

No quisiera llevar a sus extremos simbólicos la doble presencia en este país de las batucadas brasilefías y de un caballero español que toca el bombo, pero toda manifestación popular algo representa y algo nos dice de su propio pueblo. El equipo de futbolistas de Brasil envió a México un vídeo en el que se ve a todos los jugadores cantando, bailando y armando una estupenda juerga musical. Es un mensaje tan optimista que hace del fútbol un alegre juego.De España, por el contrario, nos llegó un señor robusto que toca el bombo con un vigor que causa no sólo admiración a quienes lo contempl...

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No quisiera llevar a sus extremos simbólicos la doble presencia en este país de las batucadas brasilefías y de un caballero español que toca el bombo, pero toda manifestación popular algo representa y algo nos dice de su propio pueblo. El equipo de futbolistas de Brasil envió a México un vídeo en el que se ve a todos los jugadores cantando, bailando y armando una estupenda juerga musical. Es un mensaje tan optimista que hace del fútbol un alegre juego.De España, por el contrario, nos llegó un señor robusto que toca el bombo con un vigor que causa no sólo admiración a quienes lo contemplan, sino también asombro. El bombo parece intentar una competencia con la batucada brasileña, y ambas formas de escandalizar se enfrentan en el estadio y tienen sus admiradores y partidarios.

Pero hay una gran diferencia entre el ritmo saltarín de la batucada y el ritmo elemental del bombo. Yo diría que las autoridades deportivas españolas podrían estudiar, junto con las autoridades musicales, la forma de enriquecer a tan rústico intérprete.

No estaría mal, por ejemplo, que,se le añadiera, al señor del bombo, una corneta. Con esto alegraría algo su mensaje. Cuando en el estadio suena el bombo del entusiasta caballero, parece que se le estuviera diciendo al equipo nacional que bombeara balones sin descanso. Una y otra vez, en un juego tan machacón y desimaginado como el bombo mismo.

Tengo entendido que Manolo, el del bombo, como parece ser lo conocen los públicos de medio mundo, viaja por su cuenta y su riesgo para animar a los jugadores.

Si yo fuera jugador del equipo nacional de España, me desanimaría mucho ver a Manolo.

Después del discutible triunfo de Brasil sobre los representantes españoles, cientos de brasileños salieron a bailar por las calles de todas las poblaciones mexicanas. La batucada estalló de forma esplendorosa,

El bombo guardó un triste silencio, después de habernos acompañado con un ritmo de taquicardia cuando un australiano robó un gol. Temo que aparte de lo que en mí pueda influir el bombo de don Manolo, es posible que lleve al ánimo de otras gentes, no conocedoras de España, la idea de que los hispanos conforman un país musicalmente muy rudimentario.

Me imagino que Falla, Halffter, Granados y otros compositores se opondrían a ser representados de forma tan rítmica, aun cuando fuera en un estadio de fútbol. Si España quiere ganar partidos en esta Copa del Mundo, será necesario que se reflexione seriamente sobre la música que va a acompañar sus intervenciones. El tal bombo es una muy clara sugerencia de que se practique un fútbol reiterativo de balones por alto y remates de cabeza, de repetir el mismo gesto y el mismo juego.

Frente. a la batucada brasileña hay que colocar junto al ritmo una melodía imaginativa y alegre, un trenzado de pies y un juego de cintura, una burla. en la cabeza y un espíritu fuerte en el corazón.

Pero un corazón que funciona al ritmo de Manolo, el del bombo, es un corazón que en la reiteración de su constancia ha puesto todo su fervor. 0 Manolo pasa a tocar el saxófono, o las cosas las veo muy mal.

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