Tribuna:

El PCI

Del congreso del PCI podría decirse que alimenta todo y a todos. Las perplejidades de todas las izquierdas realmente existentes se han debatido en el seno de la formación política más inteligente (desde la perspectiva del intelectual orgánico colectivo) de Europa. A la puerta del PCI llama la nueva cultura crítica que será la conciencia de la vanguardia social en el año 2000, pero el PCI tiene que dar una satisfacción a ese 30% del electorado italiano que confía en él para llevar adelante una política de Estado.Fracasado el pacto con la Democracia Cristiana por culpa del imperativo categórico ...

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Del congreso del PCI podría decirse que alimenta todo y a todos. Las perplejidades de todas las izquierdas realmente existentes se han debatido en el seno de la formación política más inteligente (desde la perspectiva del intelectual orgánico colectivo) de Europa. A la puerta del PCI llama la nueva cultura crítica que será la conciencia de la vanguardia social en el año 2000, pero el PCI tiene que dar una satisfacción a ese 30% del electorado italiano que confía en él para llevar adelante una política de Estado.Fracasado el pacto con la Democracia Cristiana por culpa del imperativo categórico atlantista, el PCI toma al pie de la letra la oferta de una izquierda europea que podría descansar en su propia potencia y en la del SPD. El partido socialista alemán se ve obligado a decantarse hacía la izquierda no sólo por estrategia de oposición, sino también por la presión social de una nueva vanguardia. La fuerza social adquirida por los movimientos alternativos ya no es ninguna broma, y el SPD tendrá que elegir entre asumir el papel de coadministrador de los intereses de EE UU en Europa o traspasar plenamente ese papel a la Democracia Cristiana y conectar con una nueva conciencia crítica europea.

El PCI ha dispuesto de unos importadores españoles excesivamente mecanicistas que pueden volver a experimentar la tentación del trasplante mecánico. El PCI puede ofrecer al minoritario partido de Craxi casi lo mismo que la Democracia Cristiana, es decir, un 30% de electores. En cambio, en España la relación es radicalmente diferente y el empeño de algunos comunistas por hacerse indispensables al PSOE tiene mucho más de recurso personal para seguir ejerciendo de clase política que de visión estratégica de futuro. La derechización del PSOE es un sumidero succionador de las mejores voluntades regeneracionistas, y sólo una izquierda capaz de plantear una relación de fuerza o de marcaje político disuasorio podría ayudar al PSOE a dejar de ser una prometedora imitación del PRI con el cantinflismo lingüístico incluído.

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