Tribuna:

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El SIDA nacional, madrileño más propiamente dicho, es la prepotencia. Esto es peor que el misterio que fulminó a Hudson, y que los sabios más caritativos han presentado como vulgar esperpento anticonceptivo; la prepotencia, en la vida de todos los días, es como un fusil que te apunta.La prepotencia de esas señoritas enchufando el cigarro en la boca como si de otra cosa se tratara; la prepotencia de la fauna que a las once de la mañana tritura el enésimo "desayuno especial de un bocata de jamón con caña de cerveza"; la prepotencia del automovilista que a golpe de bocinazo bélico acuchill...

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El SIDA nacional, madrileño más propiamente dicho, es la prepotencia. Esto es peor que el misterio que fulminó a Hudson, y que los sabios más caritativos han presentado como vulgar esperpento anticonceptivo; la prepotencia, en la vida de todos los días, es como un fusil que te apunta.La prepotencia de esas señoritas enchufando el cigarro en la boca como si de otra cosa se tratara; la prepotencia de la fauna que a las once de la mañana tritura el enésimo "desayuno especial de un bocata de jamón con caña de cerveza"; la prepotencia del automovilista que a golpe de bocinazo bélico acuchilla tu voluntad de bien nacido; la prepotencia de todas las tonadilleras, profesionales y aficionadas, imitadoras del pantojear patrio; la prepotencia de los políticos que a modo de eminentes caraduras se ofrecen como viajantes del bien común; y para qué mencionar la prepotencia de todos los que escribimos en estos y otros papeles, chulos de la democracia, nuevos ricos de la libertad, injertos de ignorancia en las tablas de la ley de la moral pública. Kilómetros y kilómetros de etcéteras.

No le hemos permitido nacer a la cultura del sonrojo; ni a la cultura de la cobardía; ni a la cultura del lenguaje del silencio, ni a la de las medias palabras; ni a la cultura de la perversión de todo en cada instante, para intentar -sólo intentar- dudar un ápice. Nada. La prepotencia, como las rebajas de enero o los precios de febrero, ocupa el terreno y vocea su entraña. Tío o tía de una pieza que saben lo que hacen y que son capaces de hacerlo todo: ¿Un buen consejo?; ahí lo tienes, hijo mío. ¿Un retazo de ley, aunque sea antiterrorista?; ahí está, no faltaba más. ¿Un sermón?; por favor, el alimento más gastronómico de las masas; bendito sea. ¿Hay que galvanizar hormonas, airear coños, precintar intimidades a voces? "Presente", pueden responder todos los tenderos de ultramarinos del ramo, y atronarían. Con 10 años de democracia en la alforja, la prepotencia del centralismo madrileño descentralizado es un amor; todo lo demás son vías muertas de esas que acogen a ancianos, tullidos o respondones.

España ya está en Europa. ¡No!

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