La 'divina', en el Real

Sólo en contadas ocasiones el teatro Real ha abierto sus puertas a géneros musicales extraños a la música clásica; incluso la música que hoy se escribe partiendo de esta misma tradición, música contemporánea, tiene la entrada restringida en el regio escenario. Cada vez que se admite en este templo de la cultura algo no directamente relacionado con lo más serio, el concierto toma el cariz de auténtico acontecimiento. En realidad, la victoria de los marginales no es tan grande: el público que habitualmente acogota el Real es sustituido por el devoto al género intruso.Los despistados son los únic...

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Sólo en contadas ocasiones el teatro Real ha abierto sus puertas a géneros musicales extraños a la música clásica; incluso la música que hoy se escribe partiendo de esta misma tradición, música contemporánea, tiene la entrada restringida en el regio escenario. Cada vez que se admite en este templo de la cultura algo no directamente relacionado con lo más serio, el concierto toma el cariz de auténtico acontecimiento. En realidad, la victoria de los marginales no es tan grande: el público que habitualmente acogota el Real es sustituido por el devoto al género intruso.Los despistados son los únicos que conservan la posibilidad de convertirse. La última vez que estas circunstancias han tenido lugar fue durante el último Festival de Jazz de Madrid. Los protagonistas del concierto, celebrado el 7 de noviembre, fueron el grupo Spher y la cantante Sarah Vaughan.

En la lista de grandes cantantes de jazz, Sarah está desde luego situada en los puestos de cabeza. A sus 61 años, su instrumento, la voz, no ha perdido apenas flexibilidad y frescura y ha ganado mucho en experiencia, recursos y madurez.

Como todos los virtuosos, la tendencia a la exhibición está presente en casi todo momento y su disgurso musical se ve con frecuencia salpicado por gorgoritos innecesarios que recargan la verdadera música. Como a todos los virtuosos, no hay que hacer un gran esfuerzo para perdonarle Sus caprichos, porque la calidad del resto justifica casi cualquier devaneo.

Sarah Vaughan es, quizá por este motivo, una de las personalidades más fáciles de integrar -sin provocar demasiadas molestias- en el ambiente del teatro Real, al igual que lo fuera anteriormente Oscar Peterson. Su forma interpretativa -menos desenfadada, jazzística que la de Ella, menos expresiva que la de Carmen McRae- se acerca más que la de aquéllas al bel canto por su mayor pureza y exactitud. Su actitud en el escenario es justamente la opuesta: la broma a todos los niveles, el juego con el público y la complicidad con los músicos es el contrapunto a ese refinamiento musical que le devuelve la etiqueta jazzistica cante donde cante.

Jazz entre amigos se emite hoy a las 22.30 por TVE-2.

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