Crítica:VISTO / OÍDO

Cómo se dice Ronald Reagan

Ningún comunicador de este país, y menos aún los que no comunicamos apenas nada, sabe pronunciar correctamente el nombre del presidente de Estados Unidos. No es Rigan, tampoco Regan y menos Ragan; sólo si se sintoniza Antena 3 por las mañanas podremos averiguar dónde reside la certeza. Merece la pena escuchar ¡Viva la gente! por oír a Jesús Hermida decir Rounaldd Ruoeigan; intente después el radioescucha aproximarse al dominio de esa pronunciación problemática. El comunicador se la repetirá en el transcurso de la mañana las suficientes veces com...

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Ningún comunicador de este país, y menos aún los que no comunicamos apenas nada, sabe pronunciar correctamente el nombre del presidente de Estados Unidos. No es Rigan, tampoco Regan y menos Ragan; sólo si se sintoniza Antena 3 por las mañanas podremos averiguar dónde reside la certeza. Merece la pena escuchar ¡Viva la gente! por oír a Jesús Hermida decir Rounaldd Ruoeigan; intente después el radioescucha aproximarse al dominio de esa pronunciación problemática. El comunicador se la repetirá en el transcurso de la mañana las suficientes veces como para que no se le olvide a usted en el resto de sus días.Aun siendo el mismo J. H., el J. H. radiofónico no es ya el que conocimos por la televisión, aquella figura de reparto predilecta entre los imitadores de estrellas del cabaré. Un mecanismo corrector que parece residir en la propia naturaleza de las ondas le ha liberado de su manierismo inquietante, otorgándole cierta llaneza. Flequillo y tics visuales quedan invisibles, así como postura de medio perfil con parpadeo intermitente y protagonismo de manos. Quedan para las ondas las frases cortas, la pausa misteriosa y los puntos suspensivos que llenan de expectación las mañanas; sus latiguillos verbales ("Mi señor don...", "la hora non santa"...), como atributos inmarcesibles de su personalidad.

El comunicador es esmerado, respetuoso, antidogmático, dilemático (que plantea dilemas). Se está haciendo siempre preguntas sin respuesta. Esa duda hamletiana es componente esencial de su estilo. "¿Tenemos derecho a crucificar a las personas?", se pregunta ante un disco zafio que narra los amores trilaterales de la Preysler.

Su pareja Paco Galindo, espléndida voz de las que llenan el micrófono con su gravedad de fumador crónico, habla ya en ese compás impuesto por Hermida, contagiado de sus cadencias.

Matinal atípica

Hay una retórica que exalta la equidad, junto a una corrección prosódica sin lugar para la jerigonza, en este programa. Como FM se trata de una matinal atípica, alejada años luz, aunque próxima en el dial, de esa Cadena del Water desaforada y corsaria. Es una forma como otra de pasar la mañana. Hay más palabras que músicas y estribillos publicitarios frecuentes que fragmentan en demasía el magazin. Pero te enteras de cosas. De las más variopintas, cercanas, alejadas, anacrónicas y actuales cosas, servidas con el prurito del todo en directo.Las glosas triviales de Mayra, las historias elementales de Garci; orientaciones médicas, florales, cinematográficas, de modas... ; concurso de recetas de cocina, el consultorio del arquitecto (humedades hasta el techo, salida de humos, o el dilema entre confort y patrimonio histórico: "¿Se pueden poner ventanas de aluminio en una casa de renta antigua?"); Rafi Escobedo (caso Urquijo) mostrándonos sus manos limpias y abogando por la supresión de las cárceles; el simulacro de la cumbre ginebrina inminente, ensayado en la Casa Blanca por Reagan (en el papel de sí mismo) y su consejero de Defensa (en el. papel de Gorbachov), según crónica de Carrascal desde Washington... El programa discurre vivaz.

Si viene a cuento, el comunicador puede soltar un Omnia Gallia divisa est..., confesando humildemente a continuación que fue suspenso en latín. Este comunicador trabaja también los sábados.

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